Recuerdos Mas Torrencito. Te contaré la historia desde mi corazón dorado, desde esa alma perruna que nunca entendió por qué las ruedas de los tractores y camiones nos llamaban tanto la atención a mi hermano Markos y a mí. 🐾 Recuerdo como si fuera ayer esos días en **Mas Torrencito**… esas ruedas gigantes que parecían estar ahí solo para nosotros. ¡Vaya manía que teníamos con morderlas! Quizás era el ruido, o su tamaño, o simplemente porque podíamos. 🛞
Día tras día, mientras los camiones llegaban, allá íbamos nosotros, directos a esas ruedas sabrosas, mientras los repartidores nos miraban nerviosos. Pobrecillos, ahora que lo pienso… cada vez que Miguel nos escuchaba ladrar como locos, salía corriendo y nos metía en la casa o en el coche, ¡pero no importaba! Porque el día siguiente lo hacíamos otra vez. 😂 Hasta que, como dicen, “tanto va el cántaro a la fuente…”
Ese día fatídico, iba con unos clientes, tranquilos, paseando por el campo, cuando de repente… ¡un tractor! No pude resistirme, el odio irracional hacia esa rueda gigante me cegó. Corrí hacia ella, como tantas veces antes… pero esta vez fue diferente. El tractor giró… y **CACHAPUUUUUM**. Nunca olvidaré el dolor. Un ladrido desgarrador salió de mí mientras el mundo se detenía. Todo se oscureció, me quedé inmóvil, tirada en el suelo. 😢
Reacción de los clientes
Los clientes gritaban y hacían aspavientos, pero el payés seguía su camino, ignorando lo que acababa de pasar. ¿Qué podía saber él? Esto lo hacíamos todos los días. Cuando escuché los gritos, supe que algo grave había pasado. Llamaron a Miguel, y de repente, lo vi llegar a toda velocidad, como un rayo por los campos. 🚗 Derrapó al llegar, me cargó con tanto mimo que, a pesar del dolor, sentí un calor reconfortante.
Miguel me llevó directo a **Fausto**, mi veterinario. Recuerdo que todo pasó tan rápido… me inyectaron algo y el dolor se fue. Oí a Fausto hablar: “Está mal, Miguel, muy mal… tiene la pata destrozada, el fémur, la cadera…” Miguel no dudó: “Haz lo que sea.” Fausto tomó el teléfono y en un suspiro organizó todo para que viniera un cirujano. Ya que Miguel se nego a llevarla o Canis… y dejarme sola… No querían moverme más de lo necesario. 🩺
Después de horas de cirugías y cuidados, desperté. No sabía si todavía tenía mi pata, solo escuchaba a Miguel hablar con Fausto. Lo único que importaba era que estaba viva, y que Miguel estaba a mi lado. Esa noche, me quedé dormida, sabiendo que alguien me cuidaba, alguien que me amaba tanto como yo a él. Al despertar, vi a Miguel en el sofá, vigilándome. Me abrazó, me dio cariño, y volví a dormirme con una paz que no puedo describir. 💖
Recuerdos Mas Torrencito
Recuerdos Mas Torrencito. A la mañana siguiente, sorprendentemente, me levanté. Cojeaba, claro, pero estaba de pie. Miguel me vio, y se echó a llorar. No se lo creía. Yo tampoco. Aunque tenía esa parabólica en la cabeza, me movía, ¡estaba viva! Al salir a la terraza, los clientes de **Mas Torrencito** me aplaudieron como si fuera una campeona. Y aunque la recuperación fue lenta, en pocos días ya paseaba por el río… poco a poco, pero lo hacía.
¿Sabes lo más gracioso? No aprendí la lección. Cada vez que veía un tractor o un camión, allá iba de nuevo. ¡Era cabezota hasta el final! 🐶 Pero la vida, esa vida que casi pierdo, me enseñó algo: que el amor, como el de Miguel, es lo que nos mantiene en pie, incluso cuando todo parece perdido.
Todos pensaban que era INMORTAL!!!!!