Cuando el insomnio de otros se convierte en tu problema (o por qué no deberías llamar a las 2:30 a.m.)
La noche estaba en su apogeo. El silencio envolvía la casa como una manta cálida. Afuera, solo se escuchaba el ulular del viento entre los árboles y algún que otro grillo desafinado que parecía haber tomado más café del necesario. 🌙
Yo dormía plácidamente, abrazado a mi almohada con la serenidad de quien ha trabajado todo el día y solo espera una cosa de la vida en ese momento: descansar. Hasta que, de repente…
📞 RIIING.
Un timbrazo.
📞 RIIING.
Dos timbrazos.
📞 RIIING.
Tres timbrazos.
Abro un ojo con la velocidad y el entusiasmo de un perezoso después de comer. ¿Quién demonios llama a estas horas? Mi mente aún estaba en modo avión. El susto me pega en el pecho como si me acabaran de dar una descarga eléctrica. Porque claro, si alguien te llama a las 2:30 de la mañana y además insiste, es porque ha pasado algo grave.
¿Habrá un incendio? ¿Un accidente? ¿Un familiar en urgencias? ¿Se ha declarado la Tercera Guerra Mundial y yo sin enterarme?
Con el corazón en la boca, tanteo a ciegas el teléfono en la mesita de noche. El brillo de la pantalla me deslumbra como si fuera el mismísimo sol y, parpadeando como un topo recién salido de su madriguera, veo un número desconocido.
Respiro hondo. Si llaman a estas horas, es importante.
Pero algo me dice que no.
Decido no contestar. Coloco el móvil boca abajo y trato de volver a sumergirme en mi dulce y merecido sueño. Pero no. Porque vuelven a llamar.
📞 RIIING.
📞 RIIING.
📞 RIIING.
Ah, no, esto ya es un ataque. Mi móvil, que tiene activado el sistema de «Si te llaman tres veces seguidas, es una emergencia» decide que esto es asunto de vida o muerte y ¡pum! rompe mi modo «No molestar».
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Ya con el cerebro funcionando a medio gas, me incorporo en la cama, le echo un vistazo a la pantalla y pienso: «Ojalá esto sea importante, porque si no, alguien va a conocer el lado oscuro de mi paciencia…»
Respondo.
– Sí…? (Voz de ultratumba, digna de una sesión de espiritismo).
Al otro lado, un silencio. Un carraspeo. Y luego…
– Hola… buenas noches… eh… quería saber si de verdad no quedan plazas para Sant Joan, porque en el planning pone que no, pero quería confirmar…
Me quedo en shock. No puedo procesar lo que acabo de escuchar.
Mi mente tarda un segundo en conectar las neuronas. ¿En serio? ¿Me han despertado para esto?
Miro el reloj. 2:34 a.m.
Esto no es real. Esto es un experimento social. Tiene que serlo.
Porque, a ver… entiendo que la gente tenga dudas sobre una reserva. Lo entiendo. Pero, ¿hace falta llamar a las 2:30 de la madrugada para preguntarlo? 🤨
Un silencio tenso se apodera del teléfono. Me froto la cara con una mano, respiro hondo y, en un acto de madurez suprema, cuelgo sin decir una palabra.
Con la satisfacción de haber tomado la mejor decisión para mi paz mental, apago la pantalla y me acomodo en la almohada. Intento volver a dormir.
Pero claro, ya no hay manera. Mi cerebro está encendido como un neón en Las Vegas.
🌪️ ¿Quién en su sano juicio hace esto? ¿Es que la gente piensa que esto es un hotel con recepción 24 horas? ¿Es que hemos perdido el sentido común? ¿Por qué todo el mundo quiere las cosas en el momento y no pueden esperar? 🌪️
Al final, veo que ya son las 4:30 de la mañana y que la batalla está perdida. Me levanto, me preparo un café y se me enciende la bombilla.
«¿Y si le devuelvo la llamada?»
Sí, lo sé. No es lo más maduro. Pero tampoco soy Gandhi y, a estas alturas, mi sentido del humor está funcionando en modo «venganza pasiva-agresiva».
Agarro el móvil, busco el número y, con una sonrisita traviesa, marco.
📞 RIIING…
📞 RIIING…
📞 RIIING…
Al tercer tono, responde una voz confusa, arrastrada por el sueño:
– ¿Hola…?
Y yo, con toda la calma y dulzura del mundo, le suelto:
– Hola, buenos días. ☀️
– ¿Cómo…? (Claramente no sabe qué está pasando).
– Sí, eso, buenos días. Soy Miguel, de Mastorrencito. Es que tengo tres llamadas tuyas de las 2:30 de la mañana y quería saber si se me había muerto un familiar o algo por el estilo…
Silencio.
Titubeo al otro lado de la línea.
– Es que… es que… no me di cuenta de la hora… luego le llamo.
Y pum, me cuelga.
Y yo, tan happy. 😌
Conclusión:
Si no quieres que te devuelvan la jugada, piensa dos veces antes de llamar a alguien a las 2:30 de la mañana.
Y sobre todo, si te dicen que no hay plazas en el planning… confía en el planning. 😂
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
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Muy buena la jugada.Que tengas un buen día