Si lo piensas bien, algunos –que no todos– llegamos a hacer cosas que jamás haríamos en otras circunstancias.

Por ejemplo, perder el sueño porque un cliente de Booking ha llegado y su cara lo dice todo: algo no le ha gustado. Sabes que no es culpa tuya, que lo dejaste claro en la web, que las fotos y descripciones estaban bien explicadas… pero también sabes que muchos clientes NO LEEN. O peor aún, no quieren leer.

Ahí estás tú, enseñando la casa, con la mejor actitud posible, pero entonces lo ves: esa «cara de culo» que lo dice todo. En ese instante, tu estómago se revuelve, sientes un nudo en las tripas y tu paciencia empieza a agotarse. Te preguntas: «¿Por qué no se larga ya y me deja en paz, aunque luego me ponga una mala reseña?» Pero no… se quedan. Y no solo se quedan, sino que mantienen esa expresión de desagrado absoluto, esa actitud de estar en el peor sitio del mundo.

Ahora bien, no nos engañemos. Vivimos de los clientes. Nos guste o no, estamos en el sector de la hospitalidad, y eso implica tratar con todo tipo de personas. La mayoría –pongamos un 95%– son majos, educados y respetuosos. Gente que valora el esfuerzo, que sigue las normas y que entiende que un alojamiento no es un hotel de cinco estrellas con servicio de mayordomo.

Pero… queda ese 5%. Esa minoría que nos provoca sudores fríos y cagarrinas con solo pensar en ellos. Son los que llegan con aires de grandeza, que creen que porque han pagado tienen derecho a todo, incluso a faltar al respeto. Esos que sueltan cada perla que te hace morderte la lengua hasta casi desangrarte.

Y ahí estás tú, de nuevo, sonriendo por fuera mientras por dentro solo piensas en contar los días para que se vayan. Porque al final, por mucho que intentemos mantener la calma, sabemos que una mala reseña puede hacernos daño. Y eso, en este mundo donde las opiniones online son nuestra carta de presentación, nos guste o no, nos obliga a tragar más de lo que deberíamos.

Pero, ¿hasta qué punto es justo? ¿Dónde está el límite entre la hospitalidad y la humillación? Porque sí, vivimos de los clientes, pero nuestra dignidad no debería estar en venta por cinco estrellas en una plataforma.

Quizás sea momento de reflexionar sobre el poder que les damos a estas reseñas y recordar que, aunque una mala opinión duela, nuestra paz mental y nuestro negocio valen mucho más que la aprobación de un cliente amargado.


Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!

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