Salir de viaje con un coche eléctrico en España es una experiencia… distinta. No voy a decir «mala» porque adoro mi coche eléctrico. Pero tampoco puedo decir que es maravillosa. Es más bien una mezcla entre ciencia ficción y una película de terror de bajo presupuesto. Y os cuento por qué.


El Comienzo: Un Viaje con Propósito

Esta semana fui a Salamanca a visitar a mis padres. Dos auténticos cracks: mi padre, 92 años, jovial, activo, impresionante, y mi madre, con 89, con su humor ácido y una vitalidad que ya quisieran muchos. Criaron a siete hijos, que se dice pronto. A ver qué mujer moderna se anima hoy a parir y criar siete criaturas sin un ejército de niñeras, psicólogos y grupos de WhatsApp. Pero bueno, esa es otra historia…

Salí confiado con mi KIA EV3, un coche que es una maravilla. Cómodo, silencioso, eficiente. La ida, perfecta. Utilicé los cargadores de Tesla y todo fue como la seda: rápido, fácil y sin sorpresas desagradables. La batería cargaba sin problemas y mi viaje avanzaba sin estrés.

Pero claro, quise poner a prueba la infraestructura de carga pública en España para la vuelta. ERROR.


La Vuelta: Bienvenidos al Caos

Empiezo el regreso confiado, con la batería planificada y los cargadores marcados en la ruta. Pero pronto el destino decide darme una lección sobre la infraestructura de carga en España.

Primer intento: El cargador fantasma

Llego al primer cargador. No funciona.

—Perdón, ¿este cargador está operativo? —pregunto en la gasolinera.

—Eh… No.

—¿Y desde cuándo?

—Pues… no sabría decirle. Desde siempre, creo.

—¿Y por qué lo anuncian en su web?

—Porque lo tenemos.

—Pero no funciona.

—Ya, pero está aquí.

—…

Sigo mi camino con la batería bajando y mi paciencia evaporándose.

La odisea de los Cargadores by MasTorrencito

Segundo intento: El laberinto de las aplicaciones

Voy al siguiente cargador. Este sí funciona. O eso parece. Me acerco, conecto el coche y… nada. Reintento. Nada.

Miro el cartel: Descárguese la app X, regístrese, añada saldo y espere la validación en 24 horas.

¿CÓMO?

El sol pega en la pantalla de mi móvil, no se ve nada. Me pongo a la sombra, intento registrarme. Me pide número de tarjeta, dirección, código de verificación, nombre de mi primera mascota, talla de zapatos y test de ADN. Cuando finalmente lo consigo, me dice que la carga mínima es de 20 euros. Y yo solo necesito 5.

Respiro hondo y busco otro punto de carga.


Tercer intento: El cargador sin cobertura

Al fin, otro cargador. Este tiene buena pinta. Conecto y… error de conexión con la red. ¡Un cargador sin internet! Como si me dan un cajero automático sin billetes o un surtidor de gasolina sin manguera.

Me acerco al dependiente de la estación de servicio.

—Hola, ¿sabes si el cargador funciona?

—Sí, sí, hay clientes que cargan.

—Bueno, yo no puedo.

—Ah, es que a veces si no tienes la app actualizada no tira.

—Pero si la bajé hace diez minutos.

—Pues eso, inténtelo mañana.

Mañana dice… ¡SI ESTOY DE VIAJE!


Anécdota en Salamanca: Un Respiro Entre el Caos

En Salamanca, decidí cargar en los supercargadores de Tesla en un centro comercial. Cuando llegué, vi que estaban ampliando la zona de carga. Estaba vacío, aparqué y… nada, no funcionaban.

Se acerca un operario y me dice:

—Están en mantenimiento y ampliación, los hemos desconectado.

Yo, resignado, ya estaba a punto de buscar otro sitio cuando el operario me dice:

—Espera un minuto… Los activamos 15 minutos mientras hacemos el bocata y así puedes cargar. ¿Te parece?

Alucinante. Mira que Elon Musk está como una cabra y no es santo de mi devoción, pero sus estaciones de carga, al menos las que he probado, siempre me han funcionado. Llegar y cargar. No se… deberían tomar ejemplo.

La Noche del Cementerio

La segunda noche, buscando desesperadamente un cargador, mi GPS me llevó por carreteras cada vez más estrechas hasta que, de repente, me encontré frente a un cementerio en un pueblecito. Me quedé mirando incrédulo. ¿De verdad me había traído hasta aquí para cargar el coche?

Me bajé y miré a mi alrededor. Silencio absoluto, ni un alma (bueno, viviente). Y pensé: «Menos mal que no llueve, porque si no, dejo aquí el coche y me voy andando». Total, más de 20 minutos perdidos en una ruta absurda para terminar rodeado de tumbas y sin un solo enchufe a la vista.

Volví al coche, resoplé y decidí seguir conduciendo con la esperanza de que el siguiente punto de carga estuviera en un lugar menos… inquietante.

Carga en medio de la nada en un bar de camioneros a 12 kms de la autovía

La segunda noche, camino a Calatayud, a eso de las 8 o 9 de la noche, el coche me indica que es aconsejable cargar un 25%. Como buen chico obediente, le digo que sí y le pido que me lleve al cargador más cercano.

El GPS me mete por unos caminos que… para qué. Termino en un bar con parking para camiones, pero allí no hay nadie. Eso sí, veo luz en el bar. Intento cargar en el primer punto… fallo. Me muevo al de al lado… fallo. Al final, consigo que empiece a cargar.

Decido ir al bar mientras tanto. Ostis… qué miedo. El del bar, sentado en una silla, palillo en boca, me miraba con cara de pocos amigos.

—Buenas noches.

—Qué… ¿has podido enchufarlo?

—Sí.

—Pues eres de los pocos…

—Menos mal, porque si llego hasta aquí, me desvío 12 minutos de la autovía y no funciona…

—JAJAJJAJA eso le pasa a casi todos…

—¿Y por qué lo ha puesto?

—Porque no pago nada… y venís…

—Amén…


Un País sin Enchufes

Después de más de una hora, consigo cargar en un Ionity en medio de la nada. Y cuando digo nada, es nada. Ni casas, ni gasolineras, ni oficinas. Solo un par de cargadores en un descampado con la iluminación justa para que no parezca un escenario de The Walking Dead.

Ahí estoy yo, de madrugada, solo, con la batería al 10%, preguntándome: «¿Y si viene un malo? ¿Y si se apaga la luz? ¿Y si…?». Mientras el coche carga, me imagino todas las formas en las que podría acabar la historia: robado, secuestrado o simplemente quedándome ahí hasta que un zorro me adopte.


Soluciones, ¿dónde están?

A ver, no es tan difícil. En Portugal, un país cuatro veces más pequeño que España, los cargadores son más numerosos y TODOS funcionan con tarjeta. Sí, una simple tarjeta, como cuando pagas el pan. Aquí, en cambio, es una odisea de aplicaciones, registros y burocracia absurda.

Si realmente queremos que los coches eléctricos sean el futuro, hay que hacer algo:

  1. Obligar a todas las gasolineras de autopistas y autovías a tener cargadores operativos.
  2. Eliminar la jungla de aplicaciones y permitir pagos directos con tarjeta en todos los puntos.
  3. Instalar los cargadores en sitios seguros, iluminados y transitados.
  4. Imponer sanciones a los hoteles y comercios que anuncian cargadores que no funcionan.
  5. Asegurar el mantenimiento de los puntos de carga para que no se conviertan en chatarra electrónica.
  6. Actualizar las señales de tráfico en autopistas y carreteras indicando no solo si hay cargadores, sino si están en funcionamiento.

Yo, encantado con mi coche eléctrico. He hecho más de 3500 km en 15 días y sigo convencido de que es el futuro. Pero, si queréis hacer un viaje largo en fechas complicadas… alquilad un gasolina o preparaos para el estrés.

De momento, España, NO estamos preparados. Y esa es la verdad.

Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!

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