Ayyy… que no sé ni por dónde empezar.
A ver… también hay que ponerse en situación. Volver mentalmente a ese momento exacto. Porque si lo pienso ahora, con calma, con el sol fuera y un café en la mano, ni se me habría pasado por la cabeza. Pero claro… cuando estás dentro, cuando estás con la sangre caliente y el cuerpo encendido… ahí es otra historia.
Pero empecemos.
Todo empezó una mañana de invierno, aquí, en MasTorrencito. Una mañana como tantas otras. Me levanto a las cinco. Me hago un café. Luego otro. Abro el ordenador. Miro reservas, contesto mails, leo los whatsapps de los que quieren saber si pueden venir con perro, con gato o con suegra (que en el fondo, a veces es lo mismo).
Y luego, lo de siempre: me pongo a hacer los bizcochos. Bizcocho de yogur, de chocolate, de manzana… lo de siempre. El horno encendido, el Spotify con alguna lista tranquila, y yo, en paz.
Bajo a montar las mesas para el desayuno. Coloco servilletas, cubiertos, mermeladas, sonrío para mí mismo porque sé que los de la habitación 3 me van a pedir “leche de avena” y luego se van a comer tres croissants de mantequilla. Todo bien. Todo fluye.

Y de repente… ¡ping!
Notificación de Booking.
“Tienes una nueva reseña.”
Bueno, esto pasa todos los días. Las reseñas son como los churros: unas salen mejor, otras peor. Pero esta tenía algo raro. Ese tono. Esa vibración extraña en el estómago, como cuando sabes que algo no va bien.
Entro.
Un 1.
UN UNO.
Y me digo: “¿Pero qué ha pasado?”
Empiezo a leer. Y ahí ya me da el telele.
El texto era vago, como escrito por alguien con saña pero sin valor. Ni una queja concreta. Nada útil. Solo frases del tipo:
«No era lo que esperábamos.»
«Demasiado frío.»
«El anfitrión parece simpático, pero…»
Ese maldito “pero”.
Voy a ver quién la ha escrito… y veo esto:
Anónimo.
¿CÓMO QUE ANÓNIMO?
Y ahí me empieza a hervir todo. El café, la sangre, el horno, la playlist de Spotify, TODO.
Empiezo a atar cabos. Miro fechas. Miro qué huéspedes tengo hoy. Y ahí lo veo. Es ÉL.
Un tío que sigue alojado en la casa. En ese momento. En una de las habitaciones. Uno con el que había hablado la noche anterior, que me pidió recomendaciones de restaurante, que me dijo que le encantaba el entorno, que había dormido como un lirón.
Un tío que esa misma mañana (la de ayer) me había dicho “buenos días” con una sonrisa.
¡Y resulta que me ha clavado un UNO en Booking!
¿Y encima se esconde detrás de un “anónimo”?
Ahí me fui directo al despacho, con el móvil temblando en la mano. Me senté. Me volví a hacer otro café que ya no sabía a nada. Y le escribí. Porque yo, antes de imaginar cosas, intento entender. Así que le mando un mensajito educado:
“Hola! He visto una reseña reciente que creo que es tuya. Me ha sorprendido, la verdad… ¿ha pasado algo? ¿Hay algo que no te haya gustado?”
Pasaron cinco minutos.
Diez.
Media hora.
Nada.
Silencio.
Ni leído.
Y ahí, exactamente ahí, fue cuando me cambió la cara. Se me borró la sonrisa de anfitrión zen.
Porque no fue la reseña en sí. No fue el número. Fue la traición. El teatrillo. El “todo bien” de frente y el puñal por la espalda.
Y amigos, os lo juro, ese fue el momento.
El momento exacto en que pensé:
“Hoy mato a alguien.”
Pero claro… lo que pasó después ya es otra historia.
Y no sé si estáis preparados para eso.
Que haré…?
Le miraré mal, me pondre zancadilla, le….??????
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
—–
Si quieres, puede ver nuestros bonos para fines de semana, bonos jubilados , a un precio increíble.. entra en www.mastorrencito.com o si quieres podéis leer más historia y anécdotas que nos han pasado en MasTorrencito… Clickea aqui… https://casaruralconperrosgirona.com
Pero estas seguro de que era él?Antes de matar a alguiren hay que asegurarse.Menos mal que tienes terreno para enterrarlo.Que tengas un buen día