Era un día soleado en MasTorrencito, ese pequeño refugio donde las familias, parejas, amigos y hasta las mascotas encuentran su hogar lejos de casa. Ay la que se nos avecina en MasTorrencito… El nuevo parte de Viajeros….
Pero, ¡ay!, las cosas están cambiando. La tranquilidad ha sido interrumpida por una nueva normativa que no solo nos obliga a rellenar interminables formularios, sino que también amenaza con convertir a los encargados en auténticos detectives de relaciones humanas. Porque sí, a partir de hoy, no basta con saber cuántos vienen, sino qué tipo de relación tienen entre ellos. Y, créanme, esto va a dar para escribir un libro.
El show del parentesco
Hasta ahora, las cosas eran simples. Una pareja llegaba con sus hijos, se les asignaba una habitación familiar y todos felices. Pero ahora, con estas nuevas exigencias, la cosa se complica. Porque, claro, cuando hablamos de familias modernas, el parentesco no siempre es tan sencillo de explicar.
Imaginemos a una familia llegando:
—Hola, somos cinco. Mi pareja, mis dos hijos y el hijo de él.
Todo normal, ¿no? Pues no.
—Perfecto, pero necesito saber el parentesco exacto: ¿los hijos son comunes, de un matrimonio anterior, adoptados, o qué relación tienen con cada uno de ustedes?
La pareja se queda en silencio. El padre responde con cara de incredulidad:
—Bueno… mis hijos son míos de mi anterior matrimonio, y el pequeño es suyo… pero los consideramos nuestros, claro.
—Entendido, pero legalmente, ¿cómo se define la relación?
—¿Legalmente? Pues… yo soy su padre, pero ella es su… no sé, ¿madrastra?
Y ahí empieza el caos. Porque, según la normativa, todo esto debe quedar perfectamente registrado en el parte de viajeros. Si el niño tiene otro apellido, o si uno de los padres no tiene la custodia, o si viajan con un tutor temporal, el formulario se convierte en un auténtico jeroglífico. ¿Y qué pasa si no quieren dar tantos detalles? Pues no pueden hospedarse.
Parejas modernas: una pesadilla burocrática
Y no hablemos solo de familias, que ya de por sí es complicado. Las parejas modernas también nos meten en aprietos. Hoy en día, las relaciones son tan diversas como la vida misma, y no todos tienen claro cómo etiquetar lo suyo.
—Disculpen, ¿qué relación tienen?
—Somos pareja.
—Ah, ¿casados o en unión libre?
—Pues… ni uno ni otro. Vivimos juntos, pero no hemos formalizado nada.
—Entendido. ¿Y los niños son de los dos?
—No, los niños son míos. Él es más como un apoyo, pero no el padre.
¿Y qué pasa con los casos donde ni ellos saben muy bien cómo definirse?
—Hola, somos amigos… bueno, algo más que amigos.
—Entonces, ¿son pareja?
—No exactamente… pero tampoco somos solo amigos.
Aquí en MasTorrencito no somos quién para juzgar, pero rellenar un formulario con este nivel de detalle es como intentar armar un rompecabezas sin las piezas clave. ¿Y el gobierno espera que lo hagamos con cara seria? ¡Por favor!
Escenarios extremos: entre risas y preguntas incómodas
Y claro, no podemos olvidarnos de las situaciones que inevitablemente nos harán soltar una carcajada (o llorar por dentro):
- La familia ensamblada
Una pareja llega con tres niños. Dos son de él y uno de ella.
—¿Y qué relación tienen entre ustedes?
—Pareja.
—¿Y los niños?
—Esos dos son míos, el otro es de ella.
—Perfecto, ¿y los niños qué relación tienen entre ellos?
—Eh… bueno, técnicamente, no son nada. Pero se llevan como hermanos. - Los «colegas con hijos»
Dos amigos llegan con sus respectivos hijos.
—¿Y qué relación tienen entre ustedes?
—Amigos.
—¿Y entre los niños?
—Nada, no se conocían hasta hoy. - La pareja «con historia»
Una pareja de recién casados llega con los hijos de relaciones anteriores.
—Somos matrimonio.
—¿Y los niños?
—Son suyos… y los míos.
Aquí la clave es que la norma no distingue entre lo emocional y lo legal, pero obliga a recogerlo todo en términos fríos y burocráticos. ¿Cómo registramos estas relaciones sin que suene como un interrogatorio? Es un misterio que aún no hemos resuelto.
MasTorrencito: la resistencia relajada
Con estas nuevas normas, los establecimientos turísticos como el nuestro se ven en una posición absurda. No somos policías, ni jueces, ni mucho menos terapeutas familiares. Nuestra misión es que la gente se sienta cómoda, pero esta normativa parece diseñada para lo contrario. Sin embargo, aquí en MasTorrencito hemos decidido que nos dejaremos engañar. Si alguien dice que son «primos de toda la vida» o «amigos del colegio», aunque no cuadren las edades, nosotros lo anotaremos sin más preguntas. Porque, al final del día, no estamos aquí para juzgar ni complicar la vida a nadie.
Reflexión final: el futuro de esta locura
Esto no puede durar mucho. Europa seguramente tumbará esta normativa en unos meses, porque claramente invade la privacidad de las personas. ¿De qué sirve saber si el niño es hijo biológico o de una unión anterior? ¿O si una pareja es «oficial» o simplemente se está conociendo? Mientras tanto, aquí seguiremos, entre formularios interminables y risas nerviosas, intentando que MasTorrencito siga siendo ese lugar donde la gente, con sus historias únicas y sus complicadas relaciones, puede encontrar paz y tranquilidad.
Porque, al final del día, lo único que importa es que nuestros huéspedes se sientan bienvenidos… sin importar quién sea quién. 😊
Por si todo esto no fuera suficiente, aquí en MasTorrencito, donde los perros no solo son bienvenidos, sino que son los auténticos reyes del lugar, ya nos estamos haciendo la gran pregunta: ¿qué pasará con nuestras queridas mascotas? Porque si ahora tenemos que hacer un interrogatorio a los humanos, ¿qué nos asegura que el próximo paso no será convertirnos en censadores caninos?
El formulario del perro: el futuro distópico de MasTorrencito
Imaginen llegar con vuestro perro, todo emocionado porque al fin puede correr libremente en nuestros jardines, y lo primero que os pidamos sea rellenar un formulario más detallado que su historial veterinario:
—Disculpe, ¿nombre del perro?
—Max.
—¿Apellido?
—Eh… no tiene.
—Entendido. ¿Raza?
—Mestizo.
—¿Y la relación entre usted y el perro? ¿Propietario, cuidador temporal, amigo del parque?
¿Y si viene con otro perro? Ahí la cosa se pone aún mejor.
—¿Y qué relación tienen entre ellos?
—Bueno, son compañeros… algo así como amigos.
—Perfecto, ¿pero amigos normales o amigos con derecho? Porque necesitamos especificar.
¿Y los perros que vienen en familia? Ya me imagino la escena:
—Vengo con mi perra y sus tres cachorros.
—¡Genial! ¿Y el padre de los cachorros? ¿Dónde está?
—Eh… bueno, no lo conocemos. Fue un encuentro fugaz en el parque.
—Entendido, anotaremos «padre ausente».
Escenarios surrealistas: perros en la burocracia
Por supuesto, la ironía no estaría completa sin imaginar las situaciones más absurdas que podrían surgir:
- El perro adoptado
—¿Relación con el perro?
—Es adoptado.
—Perfecto, ¿y sabe algo de sus padres biológicos?
—Pues… no, lo recogí de una protectora.
—Bueno, apuntemos «antecedentes desconocidos». - El perro con doble nacionalidad
—¿De dónde es su perro?
—De Francia, lo adopté allí.
—Perfecto, necesitamos su pasaporte canino para verificar su entrada al país. - El perro con relaciones complejas
—¿Relación entre los perros?
—Son hermanos… pero se odian. - La visita «sospechosa»
—¿Y este perro que lleva con usted?
—Es de mi vecino, lo traje porque él no podía venir.
—¿Tiene autorización legal por escrito para hospedar al perro?
Microchips y burocracia: el colmo de la ironía
Con tanto formulario, no sería extraño que el siguiente paso sea exigir un registro detallado del microchip del perro:
—¿Número de microchip?
—No lo sé, tendría que buscar el papel.
—Sin el microchip no podemos alojarlo. Lo siento, normativa del gobierno.
Y claro, no solo basta con el microchip. Seguro que también habría que rellenar campos como:
- Vacunas al día: ¿sí o no?
- ¿Ha mordido a alguien en los últimos meses?
- ¿Relación emocional con el dueño? ¿Es más un perro independiente o depende completamente de usted?
MasTorrencito: resistencia hasta con los perros
Aquí en MasTorrencito, donde siempre hemos tratado a las mascotas como parte de la familia, todo esto nos parece una locura. Porque, vamos, si nos parece invasivo que pidan datos a los humanos, ¿qué queda para nuestros amigos peludos? ¿De verdad vamos a tener que convertirnos en «funcionarios caninos»? Lo que queremos es que corran libres, que disfruten, que ladren y que se coman los premios que les damos al llegar, no que sus dueños tengan que pasar media hora rellenando un formulario como si el perro fuera a inscribirse en un colegio privado.
Reflexión final: cuando la burocracia lo invade todo
Esto nos lleva a una conclusión inevitable: si no ponemos límites, la burocracia terminará por alcanzar incluso a nuestras mascotas. Y si eso pasa, en MasTorrencito seremos los primeros en rebelarnos. Porque, al final del día, lo que queremos es que tanto humanos como perros puedan disfrutar de su estancia sin sentir que están pasando un control de aduanas. Así que, tranquilos, aquí no habrá preguntas incómodas para ti ni para tu peludo. Lo único que necesitas es traer una correa… y muchas ganas de disfrutar. 😊
Desde Mas Torrencito os deseamos un buen día y que vuestr@s perr@ os acompañe!!!!
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Muy buen articulo…. prueba prueba prueba….