El viento soplaba con suavidad, revolviendo las hojas secas sobre la acera. La tarde caía despacio, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y lilas. Círculo de Vida by MasTorrencito
En un banco del parque, dos figuras permanecían sentadas. Una de ellas, con los hombros encorvados y la mirada perdida en el suelo. La otra, con un gesto de calma, observaba el movimiento pausado del mundo a su alrededor.
—No sé qué hacer, Mario —murmuró Julia con voz apagada—. No sé cómo se vive sin él.
Mario la miró de reojo. Conocía demasiado bien esa sensación. Julia apretaba con fuerza la correa vacía entre las manos, como si aún hubiera un tirón del otro lado, como si aún sintiera el latido de su perro en cada paso.
—Es difícil al principio —respondió él, tomándose su tiempo—. Uno espera escuchar sus pasos, girar la cabeza y verlo ahí, meneando la cola, esperando cualquier excusa para salir corriendo.

Julia asintió lentamente.
—Esta mañana me desperté y, por costumbre, miré hacia su camita —su voz se quebró un instante—. Y estaba vacía.
Mario suspiró. Sabía que las palabras no podían llenar ese vacío. No existía un consuelo real, solo tiempo, solo adaptación.
—¿Y qué harás ahora? —preguntó él, sabiendo que no había respuesta fácil.
Julia se encogió de hombros.
—No quiero otro perro… No puedo. Sería como traicionarlo.
Mario sonrió con tristeza.
—Eso es lo que creemos al principio. Pero, ¿sabes? No se trata de sustituirlo. Nadie puede hacerlo. Se trata de entender que nuestra vida queda vacía sin ellos.
Julia frunció el ceño, casi a la defensiva.
—No es tan fácil, Mario. Tú… tú tardaste meses en adoptar otro.
Él rió suavemente.
—Dos meses. Y cada día sin un perro me parecía más gris que el anterior.
—¿Tan poco te duró el duelo?
Mario negó con la cabeza.
—No es cuestión de duración, Julia. Hay quienes esperan un año, otros un mes. No hay reglas escritas para esto. Pero al final, los que amamos a los perros… siempre volvemos a ellos.
Julia bajó la mirada, pensativa.
—Siento que si trajera otro perro ahora, sería como si estuviera olvidándolo demasiado rápido.
Mario se inclinó un poco hacia ella.
—¿Realmente lo olvidarías?
Julia titubeó. No, claro que no. No olvidaría su lealtad, su cariño incondicional, la forma en que se acurrucaba junto a ella en las noches frías o cómo la miraba cuando sabía que algo no andaba bien. Su perro nunca dejaría de estar en su memoria, en su corazón.
—No se trata de reemplazar —continuó Mario—. Se trata de seguir amando. Porque amar a un perro no es una única experiencia, es una forma de vivir.
Julia tragó saliva.
—¿Cuánto tiempo crees que tardaré en sentir que estoy lista?
Mario sonrió con suavidad.
—No se trata de estar lista. Se trata de aceptar que, cuando llegue el momento, lo sabrás. Y ese nuevo perro que venga a tu vida no ocupará su lugar… pero sí llenará ese vacío que dejó.
Julia cerró los ojos un momento. El viento seguía soplando, pero ya no le parecía tan frío.
El sol se escondió en el horizonte, y Julia, por primera vez en días, sintió que quizás… quizás el futuro no estaba tan vacío como creía.
Reflexión sobre la Pérdida y el Amor por los Perros
Perder a un perro es perder una parte de nuestra alma. No es solo una mascota; es un compañero silencioso que ha sido testigo de nuestras alegrías y tristezas, de nuestros días buenos y nuestros momentos más oscuros. Nos ha mirado con amor incondicional, sin juzgarnos, sin pedir nada más que nuestra compañía a cambio.
Y cuando se van… dejan un vacío que parece imposible de llenar. Nos sentimos culpables por seguir adelante, por reír de nuevo, por pensar siquiera en abrir nuestro corazón a otro perro. Pero, ¿acaso no es eso lo que ellos hubieran querido? ¿No nos han enseñado, con su lealtad infinita, que el amor no se agota, sino que se multiplica?
Adoptar otro perro no es olvidar. Es honrar. Es comprender que nuestra vida sin ellos pierde color y que, así como nos dieron felicidad, nosotros podemos dar un hogar y amor a otro ser que lo necesita.
Porque el amor por los perros no se mide en el tiempo que tardamos en volver a abrir nuestro corazón, sino en la capacidad de seguir amando a pesar del dolor. Y cuando un nuevo compañero llegue a nuestra vida, no estará reemplazando, sino continuando el legado de amor que dejaron los que se fueron.
¿Es traición seguir adelante o es la mayor prueba de amor?
¿Qué nos enseñan los perros sobre la vida y la muerte?
Si el amor es infinito, ¿por qué nos resistimos a darlo de nuevo?–
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
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