No, no eran guarros… ¡Eran MUY guarros! Y mira que yo suelo tener paciencia, que en este trabajo ya estoy curado de espanto. Pero lo que nos encontramos esta vez… La habitación de los guarros by MasTorrencito
No tiene nombre. ¡No lo tiene! Sinceramente, yo no entiendo si nos estamos volviendo idiotas o si simplemente hay gente que ha perdido la decencia. Porque, vamos a ver, ¡a mí me daría vergüenza! Pero no una vergüenza normal, no… ¡vergüenza de esas que te hacen querer cambiarte el nombre y mudarte a otro planeta!
Porque ellos, tan campantes, nos dejaron una habitación que… No sé cómo explicarlo sin que me vuelva a subir la yugular. Una noche. Una sola noche. Y la habitación… No, no estaba sucia. Llamar a eso «sucio» sería insultar a la suciedad. ¡Nos dejaron un campo de batalla! Te lo juro, casi nos faltó sacar pintura y brochas para restaurar aquello. Las chicas del equipo estuvieron más de una hora limpiando. Más de una hora. Y eso que somos un equipo rápido, pero aquello no tenía arreglo fácil.
Tuvimos que cambiarlo todo: sábanas, fundas, cubrecolchón, el nórdico, la funda del nórdico, la colcha, ¡todo! Y no me olvido de la cama supletoria, que encima era un sofá cerrado. Cerrado, ¿eh? Ni lo habían usado, pero igualmente estaba cubierto de suciedad. Hasta el cubrecolchón de ese sofá estaba hecho un asco. Las toallas… ¡Ay, las toallas! No es que estuvieran sucias, no… ¡Eso sería decir poco! Parecía que las habían usado para limpiar un establo. Tierra, manchas, todo impregnado. Como si las hubieran arrastrado por el suelo. Y hablando de suelo… La habitación estaba cubierta de tierra. Parecía que había pasado una ventisca por ahí dentro. No sé cómo lo lograron, pero era como si hubieran venido a destruir, no a dormir.
Y cuando creía que no podía ser peor, me fui al baño. Y claro, tres cuartos de lo mismo. Mira, el baño estaba… No sé ni por dónde empezar. En serio. La ducha era directamente un escándalo. ¡La de pelos y suciedad que había dentro era para hacerle fotos de lo surrealista que era! Parecía que habían lavado a sus perros ahí mismo y, por supuesto, dejado todo: pelos, tierra, mugre… como si aquello fuera un parque para mascotas en vez de una ducha. Y mira que yo tengo perro, ¿vale? Y que los perritos en general no me molestan, pero esto… ¡Esto era un desastre absoluto! Y no solo la ducha, eh. El baño entero estaba hecho un cristo. Papeles tirados, restos de tierra, un olor que mejor no describo… No sé si lo hicieron a propósito o si es que, de verdad, viven en una pocilga y no saben comportarse fuera de su hábitat natural.
Y lo peor: se largaron sin decir absolutamente nada. “Ressssssss”, como si fueran ninjas de la porquería, dejando el caos atrás para que nos lo encontráramos de golpe. ¡De verdad, qué cara más dura! Porque esto no tiene excusa. Si en una tarde-noche dejaron así una habitación y un baño, no quiero ni imaginar cómo será su casa. O bien viven en un lugar igual de asqueroso, o su casa está impecable porque allí sí se preocupan, y entonces lo que son es unos SINVERGÜENZAS, MALEDUCADOS Y GUARROS que no tienen ni el más mínimo respeto por los demás.
Porque no estamos hablando de un descuido, no… ¡Esto fue una auténtica declaración de guerra al buen gusto y la higiene! Te lo digo de corazón, cada vez que lo pienso me suben las pulsaciones. Miro mi reloj y el corazón se me pone a 120, como mínimo. La yugular me late tan fuerte que creo que va a explotar. Y no hay tila que me calme esto.
Sinceramente, si esta gente alguna vez vuelve a alojarse en algún sitio, deberían hacerles firmar un contrato especial: “No guarros, no destrozos, o se quedan durmiendo en la calle”. Porque yo, después de esto, no sé si podría volver a verlos a la cara sin perder los nervios.
Eso sí… ellos impolutos, divinos de la muerte. Guapos, delgaditos, él musculoso y con muy buena pinta, ella súper moderna con sus tatuajes y piercings. Vamos, como si vinieran de una portada de revista. ¡De revista, pero dejando tras de sí el caos de una película de terror!
Y como reflexión final… Debería existir un portal o página web donde los propietarios de hoteles o casas rurales pudiéramos puntuar a los clientes. De verdad, igual y de la misma manera que ellos nos pueden puntuar a nosotros. Sea cierto o incierto lo que ellos digan, tienen el poder de opinar y nos afecta. Pero nosotros, que soportamos desastres como este, no podemos decir ni una palabra. Ni advertir a otros sobre quiénes son guarros, maleducados y sinvergüenzas. Es injusto, y cada vez que ocurren cosas así, lo tengo más claro: ¡ese portal debería existir ya!
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
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Siento lo que te ha pasado, debe ser horrible.
Yo soy anfitrión de Airbnb y en esta plataforma se evalúa al huésped que se va generando una reputación y podemos avisar al resto de la comunidad Airbnb de estos casos.
Un saludo y buenas reservas para 2025
Alfredo Martín
Deberias haber sacado fotos y publicarlas.