No se si estarás de acuerdo con esta reflexión mia de hoy… dime tu que opinas…. La Triste Realidad de Ser Feliz Hoy en Día by MasTorrencito News
Hoy no vengo a contarles anécdotas simpáticas ni a hablar de perritos juguetones. Hoy toca hablar de algo más profundo, algo que me duele admitir pero que es difícil ignorar: la tristeza que se esconde detrás de esas sonrisas de selfie y los filtros de Instagram. Esa felicidad efímera que dura lo que un flash y que nos deja más vacíos que antes.
El otro día, almorzando con mi amigo Andrés, nos sentamos en un restaurante elegante, de esos donde el menú del día cuesta lo que antes era toda una comida familiar. El lugar tenía vistas a un lago, platos delicadamente decorados y un ambiente que invitaba a la foto perfecta. Y, efectivamente, las fotos no tardaron en llegar. Selfies, poses, «boomerangs». Pero cuando bajaba la mirada de las pantallas ajenas, veía algo que me helaba el alma: mesas donde la gente comía sola o, peor aún, acompañada pero en absoluto silencio. Ni una palabra, ni una sonrisa verdadera. Todo estaba en las redes, pero nada estaba en sus corazones. El momento «especial» se quedaba atrapado en un cuadrado digital, mientras el vacío crecía en el mundo real.
Hablando con Andrés llegamos a una conclusión amarga. Desde la pandemia, algo dentro de nosotros cambió. Somos más introvertidos, menos comunicativos, menos humanos. ¿No se suponía que una tragedia global nos uniría, nos haría valorar más la compañía y las pequeñas cosas? Parece que ocurrió lo contrario. Nos refugiamos en pantallas, nos volvimos espectadores de nuestras propias vidas.
Y entonces, mientras reflexionaba, vi algo que me sacudió. Una mesa de abuelitos, de esos que rozan los 80 años pero que tienen el alma joven. Reían a carcajadas, contaban historias, se interrumpían para compartir anécdotas y se miraban a los ojos. Ni un solo móvil sobre la mesa. Nada de «check-ins» ni «likes». Sólo risas, complicidad, humanidad. Sentí envidia, pero no de la buena. Una envidia amarga, porque me di cuenta de que no veía eso en mi generación, y mucho menos en las más jóvenes. La autenticidad se estaba muriendo, y nosotros la estábamos enterrando.
De camino a casa, Andrés y yo seguimos hablando. Era ya de noche, y el frío calaba en los huesos. Él me dijo algo que se me quedó grabado:
—Y ahora qué, ¿ya se acabó el día? Enciendo la chimenea, leo algo o pongo la tele hasta mañana.
—Pues sí, le respondí, casi sin ganas.
Y recordé cómo, no hace tanto, a esas horas todavía quedaba toda una noche por delante. Bares llenos de amigos jugando al mus, charlando o simplemente riendo con unas cervezas. Pero ahora, los bares están vacíos o cerrados, y los pocos que siguen abiertos tienen dueños que miran videos antiguos con nostalgia, intentando llenar las horas muertas.
El contraste era brutal. Recordé los años en Madrid o Salamanca, donde la vida nocturna era vibrante, y me pareció casi un sueño, algo irreal. Hoy, esa energía parece inalcanzable.
Lo único que me consuela son las pequeñas cosas: mi perro, que siempre me saca una sonrisa con sus travesuras, o esas tardes con Mire, donde entre risas y juegos el tiempo pasa de manera un poco menos triste. Pero incluso eso me hace pensar: ¿nos estamos conformando con tan poco porque no hay otra opción?
Reflexión Final
Estamos atrapados en una paradoja: nunca hemos tenido tantas herramientas para conectarnos, y sin embargo, estamos más desconectados que nunca. Nos hemos convertido en actores de una obra que no sentimos propia, siempre pendientes del aplauso digital pero incapaces de disfrutar del momento presente. La felicidad que mostramos es un espejismo, un intento desesperado por convencer al mundo —y a nosotros mismos— de que estamos bien.
Quizás la respuesta esté en algo tan simple y tan olvidado como mirar a los ojos, reír a carcajadas y apagar el móvil. Quizás sea hora de recuperar lo que hemos perdido, antes de que sea demasiado tarde. Porque, si seguimos así, nos arriesgamos a vivir en un mundo donde todo parece feliz pero nada realmente lo es. Y esa, amigos, es la verdadera tragedia de nuestra época.
Desde MasTorrencito le deseamos un buen día y que sus perros le acompañe!!!!
—–
Si quieres, puede ver nuestros bonos para fines de semana, bonos jubilados , a un precio increíble..entra en www.mastorrencito.com o si quieres podéis leer más historia y anécdotas que nos han pasado en Mas Torrencito… Haz click aquí