Va el otro día y me llama una señora que quiere venir este verano con su hija…
Muy amable al principio, que si ha visto unas fotos, que es la hija la que le ha dicho que reserve… que si le puedo explicar cómo funcionamos, que servicios hay, que si hay sitio… y que quiere la habitación más grande y con terraza 😎🌿
Le pido fechas. Miro.
Sí, hay sitio.
— ¿Y qué precio tiene?
— 140€ la noche, más desayunos ☕🍞
— ¿Y los perros cuánto pagan?
— 6€/perro/día 🐶
— ¡Uy, muy caro!
— Bueno… es lo que cobramos 🤷♂️
— Entonces si voy 10 días… ¿cuánto me cuesta?
— Pues… 140 x 10 = 1.400€, más desayunos, más los perros.
— Hombre… desayunar habrá que desayunar…
— Entonces le sale por unos XXXX€ total.
— ¡PUES LA VERDAD! Me parece carísimo para lo que ofrecen.
— Señora, no le voy a discutir. Esos son los precios.
— ¿Y no puede ser más barato?
— Sí, claro.
— ¡Ya me parecía a mí!
— Cogiendo una habitación más barata… o viniendo menos días.
— ¡Hombre! Eso no es más barato, eso es menos dinero.
— Bueno… pero cuesta menos, ¿no?
— Es que yo he visto…
— ¿Sí?
— ¡He visto sitios más baratos!
— Pues nada, señora, reserve en esos sitios. Sin problema.
— Ya, pero mi hija…
— No sé, señora… usted misma.
— Ya… pero es que me parece carísimo para lo que es…
— Tranquila, hay muchísimos otros sitios. Llame a cualquiera.
— Ya… pero mi hija…
— Lo entiendo.
— Yo desde luego no pagaría eso. Y menos ahí.
— Pues nada, señora. Le deseo suerte y que encuentre lo que busca.
— Ya…
— Buenas tardes.

Varias horas después… 📞
Suena el teléfono.
Ella otra vez.
— Buenas tardes, soy yo.
— Hola… YO.
— Mire, que he estado preguntando en otros sitios… y sí, son más baratos.
— ¡Qué bien! Qué suerte. ¿Y…?
— Pues eso, que quería que usted lo supiera.
— Me parece genial. Espero que lo disfruten.
— Ya… pero hay un problema.
— ¿Cuál?
— Los perros.
— ¿Qué pasa con los perros?
— Solo me dejan llevar al pequeño, al caniche 🐩
— ¿Y cuántos tienen?
— Yo el caniche, mi hija dos Golden y un labrador 🐶🐶🐶
— ¡Ah!
— Y no pueden estar sueltos, ni en zonas comunes, ni piscina.
— ¡AHHHH!
— Así que no me quedará más remedio que reservar con vosotros…
— No, señora, no se preocupe. ¡Busque! Sitios hay a patadas. Rurales como champiñones 🍄
— Ya, pero no quiero hacerme yo las cosas…
— ¡AHHHHHHHHH!
— ¿Y usted no conocerá algún otro?
— Mire, le doy el teléfono de la asociación. Llama, les deja los datos, y si alguien tiene algo, le contactarán.
— Ahhh sí… ¡Qué amable es usted!
— Apunte 📞
Día siguiente. 9:00 de la mañana.
— Hola, soy yo.
— HOLA YO.
— Que no me ha llamado nadie…
— Señora, llamó usted a las 9 de la noche. Déles tiempo…
— Vale, vale… ya le diré algo.
— No, a mí no me diga nada. Dígaselo a su hija.
CHAO. 👋
Esa misma tarde. 20:00. Suena el teléfono… 📱
— Hola, soy YO.
— Hola YO.
— Que no, que no hay lo que queremos. Así que reservo contigo.
— Pues… va a ser que no. Ya está ocupado.
— ¿¿¿CÓMO??? ¿¿¿PERO CÓMO PUEDE SER???
— Pues han reservado esta mañana por la web 💻
— ¿Y ahora qué le digo a mi hija?
— Sinceramente…
— Sí…
— Ni idea.
— Es que ella quería venir aquí.
— Pero aquí ya no hay sitio 😅
Diez minutos más de conversación: que si tal, que si pascual, que si la hija se va a enfadar, que si no se puede hacer un hueco…
Le digo que lo siento, que está todo lleno. Pero si me deja los datos, si alguien anula, la llamo.
Y ahí queda la cosa.
A la mañana siguiente… llama la hija.
— Hola. Mira, mi madre me ha contado…
Y casi casi todo cierto… excepto casi todos los detalles 🙄
Entonces le cuento mi versión.
Y me dice:
— ¡AHHH MI MADRE!
— Ya… es lo que tienen las madres 😅
— Pero la mía…
— AY si te contara yo de Marichón…
— Entonces, ¿no hay sitio?
— Lo único que me queda es una en la planta de arriba, sin ascensor. Y con tres perros, mejor una con terraza.
— Pues sí… la verdad. ¡Mato a mi madre!
— Tranquila, si alguien anula, te aviso.
— ¿Pero me puedes reservar esa por ahora? Y si se libera la otra, me cambias.
— Hecho. Pero que sepas lo de las escaleras.
— Ella es ágil.
— OK.
— Mil gracias… y perdón por mi madre 🙏s… Que si la hija se enfada, que si no le puedo hacer un hueco, que si patatín, que si patatán…
Reflexión: Lo caro, lo barato y el valor de las cosas
Hay personas que no buscan un lugar donde alojarse. Buscan una batalla de precios. No quieren disfrutar, quieren regatear. No valoran la limpieza, la atención, la tranquilidad, ni que alguien les haga la cama o les prepare el desayuno con mimo. Quieren todo eso, sí… pero gratis, o casi.
Dicen que es caro, sin pararse a pensar cuánto cuesta mantener un lugar cuidado, con personal, con normas, con respeto por los animales y por los humanos. Lo quieren todo: la habitación más grande, la terraza, el desayuno perfecto, que aceptes a sus cuatro perros, que no ladren, que no molesten, que haya microondas, y que encima les caigas bien.
Y cuando les dices lo que vale, lo comparan con algo que no tiene nada que ver. Como si reservar en Booking un apartamento sin sábanas, sin atención, sin zona común, y con normas absurdas fuera lo mismo. Como si el precio lo fuera todo.
Pero hay algo que muchas veces olvidan: el valor no es lo que cuesta. Es lo que recibes.
Y lo que no valoras a tiempo, otro lo reserva. Y entonces ya no hay más que quejas, lamentos y llamadas con “soy yo” de fondo.
No es que no haya sitio.
Es que no hay sitio para todo eso que no quieren pagar, pero sí quieren exigir.
Y no, no es caro. Es justo.
Lo caro es tener que dar explicaciones cada vez que haces bien tu trabajo.
______
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
—–
Si quieres, puede ver nuestros bonos para fines de semana, bonos jubilados , a un precio increíble.. entra en www.mastorrencito.com o si quieres podéis leer más historia y anécdotas que nos han pasado en MasTorrencito… Clickea aqui… https://casaruralconperrosgirona.com
Si la hija es normal,se le caerá la cara de verguenza.Que tengas un buen día,nos vemos pronto