Ay… Nunca imaginé que escribir esta carta sería tan complicado, quizás lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida. ¿Cómo se despide uno de todo lo que ha conocido y amado? ¿Cómo se encierra en palabras todo un recorrido lleno de vivencias, memorias y afectos? Y sin embargo, aquí estoy, con el corazón apretado, escribiendo esta pequeña palabra que tanto cuesta decir: ADIOS.
Han sido años maravillosos. Mi vida, aunque sencilla, ha estado repleta de momentos de alegría, de risas, de cosas únicas. He sido testigo de tantas historias, de tantos instantes que me han tocado el alma. Nunca me faltó nada, siempre tuve un lugar, un propósito. Y aunque la vida nunca es perfecta, no puedo quejarme, porque he sido más que afortunado.
Nunca estuve enfermo. Nunca sufrí grandes penurias. Nunca hasta hoy tuve que despedirme de alguien cercano. ¡Qué raro suena eso! Pero es verdad. He tenido la suerte de formar parte de una vida llena de cariño y significado. Y eso, para alguien como yo, es todo un privilegio.
Ah… cómo olvidar esos lametones llenos de amor de Manuela, Markos, Mamás, Masto, Mastín, Mastitwo, Max, Macarena, Mató, Maky… ¡Ah, los Maky! Nunca fallaban. Siempre tan atentos, tan cercanos. Ellos sabían lo que yo llevaba dentro, sabían que había algo para ellos, algo que les pertenecía tanto como a mí. Esa conexión, ese entendimiento silencioso pero profundo… los voy a extrañar tanto, más de lo que puedo expresar.
He vivido de todo. He sido testigo de días soleados y de lluvias interminables, de fiestas ruidosas y de silencios profundos. He estado ahí en momentos de euforia y también en los de soledad. He sido útil, necesario, incluso imprescindible a veces. Otras, tal vez me sentí olvidado, relegado, pero siempre sabía que tarde o temprano me buscarían, me necesitarían. Y eso… eso era suficiente para mí.
Recuerdo lo que decía mi abuela: «Si no hubieras existido, tendríamos que inventarte.» ¡Cuánta verdad en esas palabras! Porque, aunque sencillo, he sido parte de algo más grande, de algo importante. He sido testigo de vidas que se construyen, que cambian, que crecen. He estado ahí para recibir, para sostener, para ser un refugio en medio del caos.
Pero todo en esta vida tiene un final, ¿verdad? Y ahora, el mío ha llegado. No hay más historias para mí, no más días por delante. Pero, ¿saben algo? No tengo miedo. No tengo tristeza. Solo gratitud, una gratitud inmensa por todo lo que viví, por todo lo que fui, por todo lo que significaron para mí.
Han sido muchos años juntos. Años llenos de risas, de complicidad, de momentos inolvidables. Y aunque mi tiempo aquí ha terminado, quiero que sepan que siempre los llevaré en mi corazón. Ustedes fueron mi razón de ser, y eso nunca cambiará, dondequiera que esté.
Así que aquí estoy, con estas palabras que me despiden, dejando un pedacito de mí en cada uno de ustedes. Gracias, gracias por todo. Por las risas, por las lágrimas, por las veces que me miraron con cariño o con necesidad. Gracias por ser mi hogar, mi compañía, mi mundo.
Con amor infinito y eterno agradecimiento,
El cubo de basura.
Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!
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Jsjjjaaa, pero ya conociéndolo ya lo leía con la reserva de que sería alguna de sus historias tan bien contadas y expresadas y hoy me sacado una buena carcajada a mi y a mi pareja mientras se lo estaba leyendo ! Feliz Domingo y gracias por estos ratitos de lectura !🤩
No lo vuelvas a hacerlo….casi lloro