Era un día cualquiera en Mas Torrencito, ese paraíso perdido donde los perros eran dueños y señores, y los humanos solo estaban ahí para servirles y disfrutar de su compañía. Una «trastor» en Mastorrencito…
Eran las cinco de la mañana y, sorprendentemente, todo estaba tranquilo. Una paz rara, casi milagrosa, que me permitió disfrutar mi café mientras los perros se desperezaban. Aquel día solo esperábamos tres clientes, y llegarían tarde, a eso de las 19:00. Nada presagiaba el caos que estaba por venir.
Estaba organizando algunas cosas cuando sonó el teléfono. Era mi vecino. Y ahí empezó todo.
—Oye, hay una señora aquí fuera. Está muy nerviosa. Dice que no sabe entrar.
—¿Cómo que no sabe entrar? —pregunté, frunciendo el ceño.
—Eso me ha dicho. Está en el coche y no quiere salir. ¿Qué hago?
—Dale el código, hombre. Yo bajo en un momento a buscarla.
—Vale, pero está como histérica. Ya te aviso.
Con un suspiro, me preparé para lo que parecía ser una de esas historias que luego terminan en anécdota para los amigos (o eso esperaba). Bajé a recepción, esperé unos minutos… y nada. No llegaba nadie. Algo empezaba a oler raro (y no eran los perros). Decidí salir al parking a investigar.
Masto, Maky, Mastitwo y Mamas ya estaban armando revuelo, ladrando como locos hacia un coche. Me acerqué y les pedí que se calmaran. Cuando miré dentro del vehículo, lo entendí todo: ahí estaba ella, con la cara desencajada y aferrada al volante como si fuera lo único que la mantenía con vida.
Empieza el culebrón. Una «trastor» en Mastorrencito…
—¿Está usted bien? —pregunté, inclinándome hacia la ventanilla.
Ella bajó el cristal apenas unos centímetros, como si temiera que los perros fueran a meterse dentro del coche.
—¿Qué es esto? ¿Cómo permiten que estos perros ataquen a los clientes? 😡
—¿Perdone? ¿Atacar? No veo nada de eso.
—¡Sí! ¿No ve cómo me miran? ¡Quieren devorarme!
—Lo único que veo son unos perros emocionados por recibir a una visitante. ¿Ha probado a bajar del coche sin gritarles?
Ella abrió los ojos como platos.
—¡Está usted loco! ¡Ciérrelos inmediatamente!
—Eso no va a pasar. Aquí los perros son libres. 🐾
—¡Pues yo no bajo!
—Pues no baje, señora. ¿Qué quiere que le diga?
La señora no se movía. Ahí estaba, inmóvil como una estatua, mientras los perros, ahora sentados, la miraban con curiosidad. Al final, pareció reunir valor. Abrió la puerta lentamente, como si esperara que una jauría de lobos saltara sobre ella. Pero los perros solo la olisquearon con interés, moviendo las colas.
—¿Lo ve? Es una actitud normal. Está usted en su casa. 😊
—Esto no es normal… —replicó, todavía temblando.
Decidí ignorar el comentario y cambiar de tema.
—Una pregunta, señora… Cuando hizo la reserva, ¿no vio que ponemos claramente que esto es un alojamiento para amantes de los perros?
—Sí, pero yo no hice ninguna reserva.
🎆 BOMBAZO 🎆 Una «trastor» en Mastorrencito…
—¿Cómo que no tiene reserva? —pregunté, incrédulo.
—Eso mismo. No tengo reserva. Solo pasaba por aquí y me entró curiosidad.
Respiré hondo. Esto iba a ser largo.
—Y de las historias que leyó, ¿no le quedó claro que aquí hay perros por todas partes?
—Bueno, sí, pero no pensé que fuera tan exagerado.
—¿Cómo pensaba que sería?
—No sé… Que estarían más… callados.
Los perros, como si entendieran el comentario, soltaron un ladrido al unísono, casi como una carcajada.
—¡¿Ve lo que le digo?! ¡Me quieren atacar otra vez!
—Señora, lo único que quieren es conocerte. ¿Qué es lo que desea exactamente?
—Quiero ver la casa, tomar algo y decidir si me quedo o no.
Solté una carcajada incrédula.
—Pero si no tiene reserva…
—No creo que estén llenos. Esto está perdido en medio de la nada. Seguro que tienen habitaciones libres.
En eso tenía razón, pero no iba a admitirlo tan fácilmente.
—Quedan habitaciones, sí, pero esto no es un bar ni un centro comercial. Aquí se reserva con antelación.
Ella sonrió con suficiencia, ignorando mi comentario.
—Enséñeme la casa, y ya le diré si me quedo o no.
Comenzó el recorrido. Los perros nos seguían como una escolta, y ella no dejaba de mirarles de reojo, como si en cualquier momento fueran a saltar sobre ella.
—Esto es la sala común. Aquí los huéspedes desayunan con los perros.
—¿Con los perros aquí dentro? ¡Qué asco! 🤢
—Aquí no hay zonas restringidas para ellos. Este es su hogar.
Ella hizo una mueca, casi teatral, como si estuviera oliendo algo desagradable (aunque todo estaba impecable).
—¿Y si quiero desayunar tranquila?
—Le recomiendo otro alojamiento, señora. Aquí eso es imposible.
Seguimos hacia una de las habitaciones. Era sencilla, acogedora y olía a lavanda. Pero, claro, ella encontró algo que criticar.
—Pensé que sería más lujoso.
—¿Qué parte de “alojamiento rural para amantes de los perros” le sonó a lujo?
Antes de que pudiera responder, uno de los perros saltó sobre la cama y se acomodó. Ella soltó un grito digno de película de terror.
—¡Esto es inaceptable! ¡Un perro en la cama! 😱
—Aquí los perros son los reyes. Si esto no le gusta, creo que no ha venido al lugar correcto.
Ella apretó los labios, furiosa, pero no dijo nada. Hasta que soltó otra joya:
—Bueno, creo que me quedaré. Aunque me parece caro para lo que ofrecen.
🎇 Ahí exploté.
—Perdone, pero usted no tiene reserva, ha venido sin avisar, ha criticado cada cosa que ha visto y todavía quiere negociar el precio. Esto no es un mercadillo.
Ella levantó la barbilla, altiva.
—Los clientes siempre tienen la razón.
Los perros reaccionaron. Como si hubieran ensayado, todos se acercaron y se sentaron alrededor de ella, mirándola fijamente. Su rostro pasó de la arrogancia al terror en segundos.
—¿Qué hacen? ¡Quítemelos de encima!
—No están haciendo nada. Solo están esperando.
Intentó retroceder, pero tropezó con el marco de la puerta. Su respiración era agitada, y yo apenas podía contener la risa.
—¿Sabe qué? Creo que no me quedaré.
🎉 FINALLY 🎉. Una «trastor» en Mastorrencito…
—Buena decisión.
Ella salió casi corriendo hacia su coche, pero antes de marcharse, no pudo resistirse a lanzar una amenaza:
—Voy a escribir una reseña negativa. La gente tiene que saber qué clase de lugar es este.
—Por favor, hágalo. Y no olvide mencionar que esto es solo para amantes de los perros. 🐕
Subió al coche, arrancó con un chirrido de ruedas y desapareció dejando una nube de polvo. Los perros, emocionados, empezaron a ladrar como si estuvieran celebrando su partida.
—Bien hecho, chicos. Una menos.
Horas más tarde, llegaron los verdaderos clientes. Venían con tres perros, sonrisas enormes y una actitud perfecta. En cuanto entraron, todo fue alegría.
—Esto es un paraíso. 🥰
—Gracias. Es solo para los que entienden que aquí los perros son lo más importante.
Esa noche, brindamos todos juntos, humanos y perros, celebrando que Mas Torrencito seguía siendo un hogar para los verdaderos amantes de los perros. Y no para psicópatas con alergia a las colas moviéndose. 🐾
Desde Mas Torrencito os deseamos un buen día y que vuestr@s perr@ os acompañe!!!!
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