Desde aquí, en un rincón que aún huele a barro y humedad, trato de comprender lo que pasó. Soy solo un perro, un ser que, hasta hace poco, corría libre por los campos, contento y despreocupado. Pero ahora, lo único que siento es una mezcla de miedo y desolación. Porque sí, he sobrevivido a lo que llaman la DANA, esa tormenta que arrasó mi hogar en Valencia. Un milagro, me dicen los bomberos que me sacaron de entre los escombros, y yo los miro con gratitud, aunque no dejo de preguntarme: ¿cuántos otros como yo no lograron escapar?

Escucho las noticias, o al menos eso creo, mientras el sonido de los murmullos de los humanos habla de casi cien muertos. Siento la tristeza en sus voces, pero también noto cómo pasan de largo a mis amigos y a tantos otros animales que quedaron atrapados sin salida. No solo se trata de perros, sino de gatos, pájaros y todas las criaturas que también llamaban a este lugar su hogar. Nosotros no teníamos mapas, ni advertencias; no sabíamos lo que se venía. Solo vimos cómo el cielo se oscurecía y el agua empezaba a inundarlo todo.

¿Qué fue de aquellos que no tuvieron la suerte de ser rescatados? Algunos eran mascotas, sí, pero otros solo seres libres, como yo. Tal vez pocos piensen en esto, en el número de vidas que se apagaron sin siquiera un aviso, porque la preocupación se concentra en contar a los humanos, en saber quiénes se fueron y quiénes sobrevivieron. Pero yo, con el pelaje aún mojado y el miedo tatuado en mi memoria, me pregunto: ¿cuántos hemos perdido a nuestros amigos peludos, esos que no dejaron de aullar en la noche, esperando ayuda que nunca llegó?

Y mientras intento olvidar el sonido del agua arrastrándolo todo, me invade una sensación de tristeza que sé que no soy capaz de expresar en palabras humanas. Solo sé que, cuando pase el tiempo, en algún rincón quedará nuestra memoria, la de todos aquellos que nos vimos atrapados en medio de un desastre sin comprender lo que ocurría.

Para muchos será solo una cifra, pero para nosotros, los animales que perdimos a nuestros compañeros, es mucho más que eso. Es la pérdida de nuestro mundo, de nuestro refugio, de esa tranquilidad que hoy parece tan lejana.

Quizás algún día, en algún rincón del cielo, nos encontremos de nuevo.

Desde Mas Torrencito os deseamos que todos los vuestros estén bien, se encuentren bien y que no hayáis tenido ninguna desgracia personal… lo material.. mejor que peor… es eso.. material…. !!!!

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