Mas Torrent y la Locura

La niebla siempre parecía más densa en torno a Mas Torrent, como si aquel lugar estuviera destinado a perderse entre las sombras del tiempo y el olvido. En el año 1714, esta antigua masía se alzaba imponente y lúgubre, con sus muros de piedra gris cubiertos de musgo y sus ventanas como ojos vacíos que miraban a la nada. Lo que hoy conocemos como Mas Torrencito era, en aquel entonces, mucho más que una masía; era un lugar de exclusión, un refugio donde encerraban a los desdichados que la sociedad no quería ver: locos, terminales, herejes y hasta aquellos acusados de pactos con el demonio. Sin embargo, no siempre fue un sanatorio. Antes de que las sombras de la leyenda lo envolvieran, Mas Torrent había sido la morada de un hombre cuya historia aún eriza la piel de quienes se atreven a recordarla.

Su nombre era Joan «el Carnicero», un hombre nacido en el cercano pueblo de Orfes, un lugar solitario rodeado de colinas y bosques. Allí, la iglesia criaba a los hijos ilegítimos de nobles y ricos mercaderes, niños considerados una vergüenza para sus linajes. Joan era uno de ellos. Su madre, una mujer de vida alegre, lo entregó al clero tras un fugaz romance con un vendedor de aceites que jamás quiso reconocerlo. Bajo la mano dura de las monjas, Joan creció aprendiendo el oficio de carnicero. Su destreza con el cuchillo era tal que, al alcanzar la madurez, fue reconocido como uno de los mejores carniceros de la región.

Sin embargo, Joan nunca encajó del todo en Orfes. Había algo inquietante en él, una obsesión que lo diferenciaba de los demás. Se decía que podía pasar horas observando a los animales antes de sacrificarlos, como si estuviera esperando que algo trascendental ocurriera. Incluso los niños del pueblo susurraban que le hablaba al ganado, que les susurraba secretos que nadie más podía escuchar. Fue entonces cuando Joan tomó una decisión que cambiaría su vida… y la de todos a su alrededor.

Abandonó Orfes y se instaló en una masía apartada, Mas Torrent, ubicada en las afueras de Vilademuls. Allí encontró el lugar perfecto para establecer su carnicería. No solo tenía el espacio necesario para criar su propio ganado, sino que la lejanía le ofrecía una tranquilidad que parecía ansiar. Con el tiempo, la masía se convirtió en el epicentro de su vida. Joan criaba vacas y cerdos en los amplios pastos, y su carnicería, ubicada en un edificio anexo, comenzó a ganar fama. Gente de toda Cataluña acudía a comprar sus cortes de carne, considerados los mejores de la región. Pero, al igual que en Orfes, no tardaron en surgir rumores.

Los aldeanos notaron que Joan evitaba cualquier contacto innecesario. No participaba en las festividades del pueblo ni frecuentaba la taberna. Trabajaba hasta altas horas de la noche, y los que vivían más cerca de la masía decían que a menudo se escuchaban ruidos extraños, golpes, murmullos y gritos apagados provenientes de su propiedad. Pero nadie se atrevía a preguntar.

La Noche de la Masacre

El invierno de 1714 llegó con una furia inusual. La nieve cubría los campos y el frío parecía calar hasta los huesos. Fue entonces cuando ocurrió lo que los aldeanos recordarían como la noche del Carnicero.

el carnicero asesino by MasTorrencito

Todo comenzó con un grito desgarrador que rompió el silencio de la madrugada. Provenía de Mas Torrent. Los vecinos, temerosos pero curiosos, se acercaron a la masía con antorchas en mano. Lo que encontraron fue una escena que aún persiste en las pesadillas de sus descendientes.

Joan estaba de pie en el patio principal, con un cuchillo de carnicero en la mano. Su delantal, siempre manchado de sangre, ahora goteaba un líquido oscuro que el frío había congelado en finas capas de hielo. A su alrededor, los cuerpos de su familia yacían desmembrados: su esposa, sus dos hijos pequeños, incluso algunos animales que parecían haber sido sacrificados en el mismo frenesí. Pero eso no era todo. Dentro de la carnicería encontraron algo aún más macabro. En un rincón del taller, donde Joan colgaba la carne para curarla, había huesos humanos. Decenas de ellos, limpios y ordenados, como si fueran parte de su inventario.

La locura de Joan no se detuvo ahí. Según los testimonios, Joan avanzó hacia los aldeanos, cuchillo en mano, murmurando algo que nadie pudo comprender. Algunos intentaron detenerlo, pero su fuerza era descomunal, casi sobrenatural. En su arrebato, asesinó a quince vecinos antes de desaparecer entre los bosques que rodeaban la masía. Nadie volvió a verlo.

Los Susurros del Pasado

Tras la masacre, las autoridades sellaron Mas Torrent y lo convirtieron en un sanatorio, creyendo que el lugar estaba maldito y que serviría mejor como refugio para los desquiciados de la región. Pero los rumores persistieron. Algunos decían que Joan nunca abandonó realmente la masía, que su espíritu vagaba por los pasillos, buscando nuevas víctimas. Otros aseguraban que el ganado de Joan, abandonado tras su huida, comenzó a desaparecer poco a poco, como si algo en los bosques se los estuviera llevando.

Hoy, Mas Torrencito es una casa rural que recibe a turistas y viajeros. Sin embargo, hay quienes afirman que, en las noches de tormenta, pueden escucharse los gritos de aquella noche fatídica. Algunos han jurado ver a un hombre alto, con un delantal manchado de sangre, de pie entre los árboles que rodean la propiedad. Y en Vilademuls, la leyenda del Carnicero sigue viva. Dicen que si te atreves a acercarte a la vieja carnicería en ruinas, puedes escuchar el eco de los cuchillos de Joan, afilándose en la oscuridad.

Quizás solo sea una historia para asustar a los niños. O quizás, el Carnicero de Vilademuls nunca dejó realmente su hogar.

Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perr@s te acompañen!!!!

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