Dicen que los perros se asemejan a sus dueños, pero estos holandeses que legaron ayer… ¡ni perro traían! Sin embargo, sus caras bien podrían haber sido las de un bulldog inglés cabreado con el mundo. 🐕 💢

La historia comienza cuando aparecen en mi casa rural unos turistas con la misma expresión que tendría alguien al enterarse de que su herencia consiste en un cactus y una factura de impuestos. 🌵 💸 Desde el primer momento, su energía era de “odio este sitio, odio este comido, odio la vida” 😡 . Y eso que la casa la habían elegido ellos, que aquí nadie les puso una pistola en la sien. 🔫 😅

Para evitar sufrimientos innecesarios, las pregunté directamente si querían marcharse. Es más, hasta les ofreció cancelar la reserva sin costas, pero no, que se quedaban. 🤷‍♂️ Así que les enseño la habitación y, como era de esperar, tampoco las gustó. 😒 Segunda oportunidad de oro: «¿Seguro que quieren quedarse? A lo mejor en otro sitio estaría más cómodo». Pero no. Que sí, que se quedan. 🤦‍♂️

¿Y por qué? Esto sigue siendo un misterio digno de Sherlock Holmes. 🕵️‍♂️ Porque, para ser sinceros, parecía que estaban ahí cumpliendo una condena. ⛓️

Total, los dejo instalándose y me voy al mío. Apenas pasan cinco minutos y… 📞 📢 RIIIIIIIIING. Me llaman. Bajo en el bar y resulta que no saben cómo servirse una cerveza. 🍺 🤔 Y no porque les faltan opciones, que ahí tenían una nevera con más de quince tipos diferentes de cerveza. Pero no, querían cerveza de barril. 🍻 Las cuento cómo funciona, pero cuando miro, aquello parece la espuma de un jacuzzi de lujo. 🛁 😨 Las sirvo las cervezas para evitar una inundación y me vuelvo a subir.

Tres minutos después… 📞 📢 RIIIIIIING. «¿Puedes bajar?». Bajo. Ahora quieren vermut, pero no saben cómo sacarlo del barril. 🍷 🤷‍♂️ Las cuento pacientemente (modo zen activado 🧘‍♂️ ), ​​las sirvo el vaso y, cuando ya está lleno, el hombre me dice que lo quiere con hielo y limón. 🍋 ❄️ El hielo está detrás, se lo había dicho antes, pero el limón… pues no hay. Acto seguido, el tipo decide que, sin limón, ya no quiere. Maravilloso. 🤦‍♂️

Cuatro minutos más tarde… 📞 📢 RIIIIIIING. Otra vez. Bajo. “¿Cómo se calienta un plato de la nevera?”. 🍽️ 🤨 Mi paciencia ya estaba pendiente de un hilo, pero respiro hondo y explico el concepto revolucionario de meterlo en el microondas. ☢️ Pero no, la cuestión clave no era calentar el plato, sino… “¿cómo nos lo comemos?”. Pues con la boca, ¡coño! 🤬 Pero no, las cuento con la amabilidad de una hostelería de vuelo ✈️ que hay mesas montadas donde pueden sentarse y disfrutar “como las personas”.

cara de bulldog by MasTorrencito
cara de bulldog by MasTorrencito

Dos minutos después… 📞 📢 ¡RIIIIING! Esta vez ya no contesto. Bajo directamente. Ahora el problema es que no saben cómo usar el microondas. 🤯 Y ojo, no es una nave espacial con 700 botonas táctiles, no, no. Es una ruedecita. 🔄 UNA ruedecita que se gira. Simple. Pero ni así.

“Ayyy, sooorry, sooorry…” 🙄 – me dice el bulldog humano con una cara de desprecio como si yo tuviera la culpa de su incapacidad tecnológica. Pero aún no hemos terminado.

Finalmente, suben a la habitación y yo, ingenuo, pienso: «¡Por fin un ratito de paz para planchar!». 👕 ✨ Error. 📞 📢 RIIIIING. «Hace calor en la habitación». 🌡️ 🥵 Las digo que cierren el radiador. «¿Cómo?». Subo y los encuentro tumbados en la pierna con gorritos de dormir como si fueran personajes de un cuento victoriano. 🎩 🛏️ Me acerco y cierro la válvula del radiador, que es igual que cualquier otra del mundo mundial. Se la señalo. Cuento. Me bajo a la cocina.

Pero nooooo. 📞 📢 RIIIIING. Ahora la grifo gotea. 🚰 💦 “¿Lo han cerrado bien?”, pregunto. «Sí», me dicen. Vuelvo a subir. Lo del lavabo, efectivamente, estaba bien cerrado. Pero el de la ducha, abierto. 🚿 🤦‍♂️

“Ayy, sooorry…”

Justo cuando pienso que la noche va a terminar, el teléfono vuelve a sonar. 📞 Ya no sé si contestar, si echarme por la ventana 🪟 o si fugarme por el bosque y hacerme ermitaño. 🌲 Pero con una paciencia digna de un monje tibetano, respondo. “¿Sí?”, digo con voz monocorde.

“Escuchamos un ruido raro en la pared”. 😳

Ya cono la ceja en modo tico nervioso, subo otra vez. “¿Qué tipo de ruido?”, pregunto. Señalan la pared. Me acerco. Me quedo en silencio. Y lo escucho. Un sonido sutil, un crujido casi imperceptible. Nada preocupante. Probablemente, el edificio acomodándose con el frío de la noche. ❄️ 🏚️ Pero claro, no podía decir eso sin parecer un loco místico. Así que las miro y con toda la amabilidad fingida del mundo digo: «Es normal, la madera cruje».

“Ahhhh, sooorry…”

Y así, después de sobrevivir a esta velada surrealista, me arrastro hasta mi habitación, rezo para que no haya más llamadas y me tumbo en la pierna. 🛌 Pero justo cuando cierro los ojos… 📞 📢 RIIIIING.

Ya fue demasiado….

Desde MasTorrencito te deseamos un buen día y que tus perros te acompañen!!!!

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