Un día sin clientes en Mas Torrencito es una rareza, un regalo inesperado y una mezcla de emociones. Para nosotros, los perros, es una oportunidad única para tener a Miguel para nosotros solos. Pero también es un poco extraño… ¡y voy a contaros por qué!


El amanecer de la calma

El día comienza como cualquier otro. Miguel se levanta temprano, y nosotros, los perros guardianes de Mas Torrencito, ya estamos atentos a cada uno de sus movimientos. Pero hay algo raro en el aire: no hay coches llegando, no suenan maletas arrastrándose sobre la grava, y nadie grita «¡Qué bonito lugar!». No hay clientes.

—»¿No viene nadie hoy, Miguel?»— le ladra Masto mientras sacude la cola.
—»No, chicos. Hoy no hay nadie. Parece que tendremos un día tranquilo.»— responde Miguel con una sonrisa que trata de disimular su preocupación.

Y ahí empieza nuestro día especial. 😄


El paraíso perruno

Cuando no hay clientes, Miguel está 100% para nosotros. ¡Es la gloria! Cualquier cosa que necesitamos, ahí está él. Si queremos agua fresca, la tenemos al instante. Si Maky necesita un palo, Miguel se lo busca. Y si yo, Manuela, quiero una piedra (porque sí, me encantan las piedras), él la encuentra y me la da. 🐾

Normalmente, cuando hay clientes, Miguel siempre está ocupado: al teléfono, atendiendo a alguien o asegurándose de que todo esté perfecto. Pero hoy, hoy es nuestra oportunidad. Todos lo sabemos, y aprovechamos cada momento.

—»Miguel, mira, ¡la pelota!»— ladra Masto mientras la empuja hacia él.
—»Mira este palo, ¿a que es chulo?»— dice Maky con una sonrisa perruna.
Yo simplemente lo observo, moviendo mi cola despacito, porque sé que al final él no puede resistirse a mis ojitos. 🐶

Nos dedicamos a correr por el jardín, saltar por la piscina vacía y jugar entre nosotros. ¡Es como si el tiempo se detuviera!


Los contratiempos de no tener clientes. Un día sin clientes en Mas Torrencito, contado por Manuela 🐾

Sin embargo, no todo es perfecto. Extrañamos a los otros perros que a veces traen los clientes. Nos encanta cuando llegan y podemos jugar con ellos, o incluso robarles alguna croqueta del plato mientras no miran. Y claro, también echamos de menos las caricias de los visitantes, esos «¡qué bonitos son estos perritos!» que siempre nos hacen sentir como estrellas de cine. 🌟

Además, sabemos que Miguel se preocupa. Si no hay clientes, no hay ingresos, y eso nos pone un poco tristes porque lo notamos en su energía. Aunque él intente ocultarlo, nosotros somos perros muy listos. Pero aún así, hacemos lo posible para alegrarle el día.

—»Manuela, ven aquí,»— me dice Miguel mientras me acaricia detrás de las orejas. «Todo estará bien.»
Yo no entiendo todo lo que dice, pero sé que su voz me tranquiliza. 💕


La sorpresa: ¡un viaje a la playa!

De repente, Miguel se levanta con una energía renovada.
—»¡Venga chicos, al coche!»— dice con una sonrisa, y todos nos emocionamos.

No es algo que pase todos los días, pero cuando no hay clientes, a veces nos lleva a la playa. ¡Y qué maravilla es eso! Nos encanta correr por la arena mojada, perseguir las olas y jugar hasta que estamos agotados. Masto no para de pedirle que le tire la pelota, Maky encuentra palos gigantes y yo… yo persigo las piedras que encuentro en la orilla.

—»¡Maky, deja ese palo, que es más grande que tú!»— grita Miguel mientras ríe.
—»Mira esta piedra, Miguel. ¡Es perfecta para mí!»— ladro yo, aunque no sé si entiende mi entusiasmo.

Aunque a veces creo que Miguel acaba más cansado que nosotros. Lo vemos correr de un lado a otro, intentando cumplir con nuestras demandas. Pero no importa, porque está feliz al vernos disfrutar. Y nosotros también. 🏖️


El momento más especial: el sofá compartido. Un día sin clientes en Mas Torrencito, contado por Manuela 🐾

Cuando regresamos a Mas Torrencito después de un día así, Miguel se sienta en el sofá, y nosotros nos apilamos a su alrededor. Es como un ritual. Uno se acomoda sobre sus piernas, otro en el respaldo, y yo siempre encuentro un lugar perfecto justo a su lado.

—»Uf, chicos, no me dejáis respirar,»— dice Miguel entre risas mientras nos mira con cariño.
Pero nunca nos dice que nos bajemos, así que asumimos que está encantado de tenernos tan cerca. 😉

A veces pienso que, aunque los días sin clientes pueden ser preocupantes para Miguel, son los días más bonitos para nosotros. Porque en esos momentos, somos una familia completa, sin distracciones, sin prisas. Solo nosotros, juntos.


Reflexión perruna

Al final del día, mientras Miguel nos acaricia uno por uno antes de ir a dormir, pienso en lo afortunados que somos de tenerlo. Aunque a veces haya preocupaciones, nosotros siempre estamos aquí para él, como él está para nosotros. Y quizás, en estos días raros y tranquilos, él también lo siente así.

Porque en Mas Torrencito, somos más que perros. Somos el alma del lugar. 🐾❤️


Desde Mas Torrencito os deseamos un buen día y que vuestr@s perr@ os acompañe!!!!

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