Bon dia a tothom… a partir de hoy tedreis también unos pequeños consejos que os ira dando Manuela… cada dia 1… Que os parece????

Una noche de otoño, en Mas Torrencito, bajo un cielo estrellado y un silencio que solo rompían los grillos, me encontraba yo, Miguel, sentado en la terraza, contemplando cómo los árboles mecían sus ramas. A mi lado, como siempre, estaba Manuela, la vieja Golden retriever, que me miraba con esos ojos sabios y tranquilos que parecían haber vivido cien vidas. Y fue entonces cuando, sin esperarlo, ella comenzó a hablar. O bueno… digamos que yo comencé a escuchar lo que siempre había querido decirme.

Nuestra “conversación”. Los consejos de Manuela de Mas Torrencito

Manuela: “¿Sabes, Miguel? La vida con un perro, con cualquier perro, cambia todo. Hasta las cosas más simples. Es como si el mundo tuviera otro color… o al menos otro aroma.”
Yo la miré, un poco incrédulo y bastante divertido. A veces creo que mi imaginación va a niveles astrales. Pero, ¡quién soy yo para detener una buena charla canina!

Miguel: “¿Otro aroma? Manuela, si yo tuviera tu olfato, la vida sería una novela policíaca diaria, entre rastros y misterios. Pero, ¿cómo puede un perro cambiar tanto?”

Manuela: “Es que no lo entiendes. Un perro no solo huele los aromas; siente las emociones. ¿Has visto cómo al entrar a casa me das una caricia, aunque hayas tenido un día de locos? Eso no es solo rutina, Miguel, es porque tu corazón sabe que aquí, conmigo, puedes ser tú mismo.”

Pensé en cuántas veces Manuela había estado a mi lado, sin pedirme nada más que una mirada o una sonrisa.

Miguel: “Entonces, ¿me dices que tener un perro es una especie de terapia emocional?”

Manuela (sonriendo como solo un perro sabe hacerlo): “Más o menos. Pero también somos buenos para recordarte que cada día es una aventura. Cuando éramos jóvenes y corríamos por el campo, ¿no sentías que, por un momento, eras como un niño? Eso, querido Miguel, es un regalo. La juventud, el asombro… se recuperan con cada paseo, con cada juego.”

Consejos de Mauela, la Golden que vivio en Mas Torrencito mas de 16 años.

Reflexioné un segundo. Tantos momentos en los que, en plena jornada, un simple juego de pelota me había arrancado una carcajada. O la manera en la que Manuela siempre me había hecho bajar el ritmo y enfocarme en el momento presente.

Miguel: “Pero no es solo eso, ¿verdad? También sois maestros de la paciencia. Manuela, ¿cuántas veces te has quedado junto a mí cuando me ha tocado enfrentar días malos, como aquel invierno en el que el negocio casi se cae a pedazos?”

Manuela: “Esa es nuestra vocación, Miguel. Sabemos cuándo quedarse en silencio. A veces, un buen compañero solo tiene que estar. Así, sin más. Los humanos siempre hablan y piensan en cómo arreglar las cosas, en tener las respuestas. Nosotros, en cambio, sabemos que no siempre hay que hacer. A veces basta con ser.”

Sabiduria innata. Los consejos de Manuela de Mas Torrencito

Mis ojos se nublaron un poco al escuchar sus palabras. Sentía que cada frase de Manuela llevaba una sabiduría que ni el más sabio filósofo podría superar.

Miguel: “Es como si… como si tener un perro fuera también una forma de aprender a ser mejor persona. Me haces recordar lo que realmente importa.”

Manuela: “Exactamente. Pero tampoco te equivoques, Miguel. No te haría daño ser más generoso con las salchichas de desayuno de vez en cuando.”

Nos reímos, y el silencio volvió a cubrir la masía. En la oscuridad de la noche, comprendí que Manuela, con su presencia discreta y sus ojos sabios, me había enseñado a vivir con menos expectativas y más aceptación. Y que quizás, después de todo, no había mejores terapeutas que los perros: nos enseñan a vivir el momento, a apreciar las pequeñas cosas y a recordar que, pase lo que pase, el mejor lugar del mundo es donde está el corazón, latiendo al ritmo de un ladrido amistoso.

Miguel: “Gracias, Manuela. Por cada lección, por cada momento, y sí… te prometo una salchicha extra en el desayuno.”

Manuela: “Y tal vez un poco de pan, también. Que un perro necesita energías para seguir enseñando.”

Y entre risas y promesas, entendí que cada día a su lado era una joya. Porque los perros, como bien sabe Manuela, son el recordatorio perfecto de que la vida es simple, cálida y maravillosa. Solo necesitamos recordarlo.

Desde Mas Torrencito os deseamos un buen día y que vuestro perr@ os acompañe!!!!

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