Era un día cualquiera, uno de esos días de invierno en los que el frío cala en los huesos, y el cielo encapotado parecía invitar a quedarse en casa. Una Noche de Intriga en Mas Torrencito: La Reunión Secreta que Cambió Todo

Estaba en la cocina, ocupado en mis cosas, cuando el sonido del teléfono rompió la quietud de la mañana. Respondí sin muchas expectativas. Era una voz desconocida, educada y con tono serio.

—Buenas, quería preguntar por la disponibilidad de su casa para alquilarla entera —dijo el hombre sin más preámbulos.

Sorprendido, sonreí ante la idea de un alquiler completo; no ocurría a menudo, y menos en febrero.

—Por supuesto —respondí con entusiasmo—. La casa está disponible, dígame, ¿para cuándo la necesitarían?

—Quizá hoy mismo —respondió el hombre, como si no quisiera perder el tiempo—. ¿La casa está bien aislada?

Esa pregunta me extrañó un poco, pero respondí tranquilo.

—Sí, muy aislada. Estamos en mitad del campo, y la propiedad está completamente vallada. Aquí no llega nadie sin invitación.

Hubo un breve silencio, y luego la voz continuó con un tono inquisitivo, casi paranoico.

—¿Y tiene vecinos cercanos?

—No, nadie en varios kilómetros a la redonda —dije, empezando a notar una ligera incomodidad. ¿Quién querría tanta privacidad?

Y mas preguntas… Una Noche de Intriga en Mas Torrencito: La Reunión Secreta que Cambió Todo

Las preguntas continuaron. Si había perros, si alguna vez entraba alguien sin avisar, si yo mismo pasaba a menudo por allí. Cuando le sugerí mirar la web para ver fotos de la casa y hacerse una idea, pareció calmarse un poco.

—Sí, miraremos el sitio y le aviso en un rato —respondió—. Ah, y por cierto, ¿no habrá problema con los perros, no?

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Solté una risa breve.

—En absoluto. Son cuatro, y lo único que harán es pedirle mimos —le aseguré.

—Perfecto. Nos hablamos en breve entonces.

Cuando colgamos, volví a mis tareas con cierta curiosidad. Me pareció un cliente un poco… peculiar. Por algún motivo, mi mente divagó, y de fondo, la televisión continuaba con su monótono parloteo. Eran tiempos complicados aquí en Catalunya, el Procés estaba en su punto más álgido, y yo, que me consideraba partidario de Puigdemont, no podía dejar de preguntarme en qué acabaría todo aquello. Pensar en que la gente terminaba en la cárcel por querer votar me indignaba; me parecía un despropósito. Pero dejé de lado aquellos pensamientos y volví a mi día a día.

No mucho tiempo después, el teléfono sonó de nuevo. Miré la pantalla: era el mismo número de antes.

—Mastorrencito, dígame —contesté, reconociendo su voz de inmediato.

—Soy yo, el que llamó antes. Hemos decidido alquilar la casa. Nos interesa mucho la privacidad.

Sentí una ola de alivio. Sería una buena suma, sobre todo en una temporada en la que pocas reservas aparecían. Febrero no solía ser un mes rentable.

—¡Perfecto! —le respondí—. ¿Para cuándo la necesitarían y cuántos días?

—Esta misma noche, si es posible. Nos quedaríamos hasta pasado mañana. ¿Hay algún problema?

—Ninguno, por supuesto. —Sonreí, satisfecho—. Solo dígame lo que necesitan, alojamiento y desayuno, comidas, cenas…

—Todo, queremos que esté todo incluido. Ah, y que nadie venga a la casa. Queremos estar completamente solos para poder tratar ciertos temas lejos del bullicio. ¿Será posible?

—No se preocupe, que no entra ni el tato —le aseguré—. Si hace falta, yo mismo me encargaré de todo sin molestarles.

El hombre pareció satisfecho.

—Perfecto. ¿Cómo te pago? ¿Bizum, transferencia?

—Lo primero que necesito es saber cuántas personas serán, para prepararlo todo.

—Hmm… ¿Cuántas habitaciones tienes? —preguntó en un tono vago, como si aún no supiera los detalles exactos.

—Nueve en total: cuatro dobles, cuatro triples y una suite. —Le escuché calcular en silencio, algo dubitativo.

—De acuerdo, prepararlas todas. No sé cuántos se quedarán a dormir finalmente.

Accedí sin más preguntas y le di el precio, 140 euros por habitación, pensión completa, acceso libre a las instalaciones. Me dio un nombre para la reserva: Joan Miquel Figueres. Colgamos, y de inmediato me puse en marcha para prepararlo todo. Llamé a Meme para que estuviera lista para las comidas y cenas, encendí las chimeneas y revisé cada habitación para asegurarme de que estuvieran impecables. En un rato, recibí la notificación de un bizum: 3.780 euros. Aquello me dejó asombrado; jamás había recibido una cantidad tan alta de golpe, y menos a través de bizum. Parecía casi irreal, pero allí estaba, en mi cuenta.

Los primeros invitados. Una Noche de Intriga en Mas Torrencito: La Reunión Secreta que Cambió Todo

Llegaron las siete de la tarde y, justo a la hora, un coche apareció en la entrada. Un hombre bajó del auto, vestido de manera impecable y con un porte elegante. Al acercarse, se presentó con voz firme:

—Joan Miquel, un placer. Gracias por acogernos en tu casa.

Me guió hacia la entrada, y comencé a enseñarle la casa. Parecía muy complacido con cada detalle, y al llegar al chill out, sonaba de fondo la “Cançó de Llibertat” de Lluis Llach. La reconoció al instante y sonrió con cierta nostalgia.

—Ostia, Llach… ¿te gusta? —me preguntó.

—Sí, muchísimo. Llach siempre ha sido la banda sonora de nuestra historia aquí —le respondí sinceramente, sintiendo la misma nostalgia.

—Tiene esa capacidad de conectar con lo que sentimos todos… Aunque ahora parece que nos quieren hacer olvidar lo importante, ¿no?

Asentí en silencio, y ambos nos quedamos mirando el paisaje, inmenso y libre bajo el cielo que comenzaba a oscurecer. Tras un rato de silencio, él cambió de tema y preguntó por mis perros. Los llamé desde el patio y, al verlos, Joan Miquel se acercó a ellos con naturalidad, acariciándolos como si los conociera de toda la vida.

Poco después, se despidió asegurándome que sus amigos llegarían más tarde. Las horas fueron pasando y, al atardecer, vi cómo otros coches aparecían. Uno tras otro se estacionaron en la explanada. Algunos llevaban maletas, otros parecían simplemente listos para una charla tranquila. Desde una esquina, los observé acercarse, formando un grupo de rostros que, de alguna manera, se me hacían familiares.

Fue entonces cuando lo vi. Entre el grupo de hombres y mujeres que caminaban hacia la casa, había una figura inconfundible. Por un momento, no pude creerlo. Estaba allí, con el rostro serio, caminando entre ellos.

Era él. ……

Continuará…

Desde Mas Torrencito os deseamos un FELIZ DOMINGO!!! y que vuestr@s perr@s os acompañe!!!!

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