Capítulo 8: No a Todos Les Gustamos, Pero También Merecemos Respeto


Aceptar Que No Todos Aman a los Animales

Una tarde tranquila en Mas Torrencito, mientras Miguel revisaba unos correos, yo, Manuela, observaba desde mi rincón favorito. El sol entraba por la ventana, calentándome las patas, y no pude evitar reflexionar sobre algo que me lleva rondando la cabeza: hay gente a la que no les gustamos los perros. Lo sé, cuesta creerlo, pero es verdad.

Me acerqué a Miguel, meneando mi cola lentamente, y le lancé esa mirada que siempre usa para captar su atención.

Manuela: «Miguel, ¿puedes creer que hay humanos que no quieren saber nada de nosotros los perros?»
Miguel (sin apartar la mirada del ordenador): «Sí, Manuela, lo sé. Pero, oye, no pasa nada. Cada persona tiene sus gustos. Aunque, entre tú y yo, ¡ellos se pierden lo mejor de la vida!»
Manuela: «Exacto. Nunca sabrán lo que es sentir el amor incondicional, el apoyo silencioso o la lealtad pura. Pero bueno, estamos de acuerdo en que no les hace ni mejores ni peores, ¿verdad?»
Miguel: «Por supuesto, Manuela. Lo importante es que, aunque no les gustemos, nos respeten. Igual que nosotros respetamos sus preferencias.»


El Respeto Se Gana, Pero También Se Da

Es verdad, el respeto tiene que ser mutuo. Pero, seamos sinceros, a veces los propios humanos que viven con nosotros no ponen mucho de su parte para que nos respeten. Hay ciertas normas básicas que, si se cumplieran, ayudarían a que nos vieran con mejores ojos.

Manuela: «Por ejemplo, cuando alguien tiene miedo, lo mínimo sería que te apartaras un poco al cruzarte con ellos. ¡No cuesta nada!»
Miguel: «Claro, pero también está en mi mano, como tu amo, dar el ejemplo. Si alguien me dice que no se siente cómodo, no pasa nada por cogerte de la correa un momento o mantener un poco de distancia. Es un pequeño gesto que puede cambiar mucho.»

Manuela: «Y ni hablemos de recoger nuestras necesidades. Miguel, tú siempre has sido responsable, pero hay humanos que no lo hacen y luego nos miran mal a nosotros, como si fuera nuestra culpa.»
Miguel (riendo): «Es cierto, Manuela. A veces pienso que los humanos que no recogen son los que más daño nos hacen a los perros. Porque crean rechazo. Y eso no es justo para vosotros.»

Manuela y el respeto a los animales de mastorrencito

Las Normas, Para Todos. El respeto según Manuela de Mastorrencito

Y luego están esas normas que a veces algunos humanos creen que no les afectan. Como el uso de la correa en ciertos lugares. A mí, personalmente, nunca me ha molestado ir con correa cuando la ocasión lo requiere. Recuerdo las veces que los clientes de Mas Torrencito me pasearon por los bonitos pueblecitos del Empordà. Caminaba tranquila a su lado, sin tirar, disfrutando del paisaje. Y cuando ya era viejecita y no podía ir tan rápido, ellos aminoraban el paso por mí.

Manuela: «Miguel, lo que yo no entiendo es por qué hay humanos que creen que las normas son opcionales. Si en un lugar dicen que los perros deben ir atados, ¡pues vamos atados! Y si no les gusta, que lo hablen con quien corresponda, pero no vayan saltándose las reglas.»
Miguel: «Totalmente, Manuela. No cuesta nada seguir las normas. Y si alguien cree que son injustas, en vez de ignorarlas, lo lógico es denunciarlas o buscar otro sitio. Pero, oye, no todo el mundo piensa como tú y yo.»


En Nuestra Casa, También Pedimos Respeto

En Mas Torrencito, los perros somos parte de la familia. Aquí vivimos con libertad, cariño y respeto. Pero también entendemos que puede haber personas que no se sientan cómodas con nosotros. Ahora bien, si decides venir aquí, sabes que somos parte del ambiente. No vamos a encerrarnos ni desaparecer porque a alguien no le gustemos.

Manuela: «¿Sabes, Miguel? Lo que más me molesta es cuando alguien viene aquí, a nuestra casa, y actúa como si nosotros fuéramos los intrusos.»
Miguel (cruzando los brazos y suspirando): «Sí, Manuela. Eso no tiene sentido. Si no les gustan los perros, ¿por qué vienen a un lugar donde somos el centro de todo? Es como si no quisieran disfrutar de la esencia de Mas Torrencito.»

Manuela: «Exacto. Y no pedimos mucho, solo respeto. Nosotros respetamos sus creencias y preferencias, y ellos deberían respetar nuestra forma de vivir y entender la vida. Si no les gusta, que busquen otro sitio. Pero no vengan a quejarse aquí.»
Miguel: «Bien dicho, Manuela. Aquí, como en cualquier lugar, el respeto es fundamental.»


Reflexión Final: Convivencia y Respeto Mutuo. El respeto según Manuela de Mastorrencito

La verdad, no todos los humanos tienen que amarnos, y eso está bien. Pero el respeto no es negociable. Si queremos vivir en armonía, hace falta un esfuerzo de ambas partes: nosotros, los perros, dando lo mejor de nosotros mismos, y los humanos, entendiendo y respetando nuestras necesidades y los espacios que compartimos.

Manuela: «Así que, queridos humanos, si no os gustamos, no pasa nada. Pero respetadnos, igual que nosotros os respetamos. Y si venís a un lugar como Mas Torrencito, sabed que somos parte de esta casa, y aquí vivimos en paz y libertad. Si no es vuestro estilo, simplemente buscad otro sitio. Pero si decidís venir, aseguraos de entender lo que significa compartir vuestro espacio con nosotros.»

Porque al final, aunque no a todos les gustemos, merecemos vivir con dignidad y respeto. ¿No es así, Miguel?
Miguel (sonriendo): «Por supuesto, Manuela. Y siempre será así, mientras yo esté aquí.»

Desde Mas Torrencito os deseamos un buen día y que vuestros perr@ os acompañe!!!!

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