El reloj marcaba las 7:00 de la tarde, pero ya parecía entrada la noche. Las sombras se alargaban en la masía, mientras la brisa fría de febrero traía consigo un silencio pesado, interrumpido solo por los ladridos de mis perros. La Reunión Secreta que Cambió Todo (2ª parte)

Desde la terraza, los vi llegar. Uno tras otro, los coches iban ocupando la pequeña explanada de grava, y las luces de los faros parecían iluminar no solo el camino, sino el inicio de algo que aún no entendía del todo.

Cuando salió del coche, el aire pareció hacerse más denso. Él, caminando con calma, emanaba una presencia que llenaba todo a su alrededor. Los demás lo seguían, algunos con maletas, otros con mochilas, pero todos con miradas serias. Intenté mantener la compostura mientras se acercaban, pero sentí cómo mi corazón se aceleraba. No podía ser real. Allí estaba, en mi casa. En mi masía.

Me debatía entre la emoción de contarle esto al mundo y la certeza de que no debía decir nada. Si habían elegido Mas Torrencito era por algo: el aislamiento, la privacidad, el silencio. Cualquier imprudencia, cualquier desliz, podría arruinarlo todo. Me tragué las ganas de coger el teléfono, respiré hondo y me acerqué para recibirlos.

Joan Miquel fue el primero en saludarme, con su sonrisa tranquila y su tono siempre amable.

—Gracias por recibirnos. Todo ha salido perfecto hasta ahora.

Luego me presentó al resto del grupo, y ahí estaba él, a solo unos pasos. Me extendió la mano, y al hacerlo, sus ojos se clavaron en los míos. Supo al instante que estaba nervioso.

—Tranquilo… no pasa nada. —Su voz era calmada, pero tenía un peso que no se podía ignorar.

Ese gesto, esas palabras, me tranquilizaron un poco. Me esforcé por parecer sereno mientras les mostraba la casa. El grupo se movía con cautela, observando cada detalle: las habitaciones, el comedor con la mesa larga ya preparada, la terraza con el chill out iluminado tenuemente por las guirnaldas de luces. Todo les parecía adecuado, o al menos eso parecía por los gestos de asentimiento de Joan Miquel y de Él.

La reunion secreta en MasTorrenccito que lo cambio todo.

Cuando terminé de enseñarles todo, se distribuyeron por sus habitaciones, organizándose con discreción. Me quedé un momento en el chill out, encendí un cigarro y me dejé llevar por el sonido del viento. Sentía que algo grande estaba a punto de suceder, algo que iba mucho más allá de mí, de esta masía o incluso de ellos. Pero no podía descifrarlo aún.

Subí a la cocina para ver cómo iba la cena. Meme estaba en su elemento, preparando cada plato con su dedicación habitual. La ensalada estaba lista, la crema de calabacín hervía a fuego lento, y el fricandó llenaba el aire con ese aroma inconfundible de tradición catalana.

—Todo en orden —dijo Meme, mirándome por encima del hombro—. Aunque tú pareces en las nubes. ¿Qué pasa?

—Nada, Meme. Solo… una noche especial.

Antes de que pudiera explicarle más, tocaron a la puerta. Era Joan Miquel, como siempre con esa sonrisa que nunca dejaba entrever mucho.

—¿Qué hora os viene bien para cenar? —preguntó.

Meme y yo intercambiamos una mirada rápida, y ella respondió:

—A las nueve estará todo listo.

—Perfecto —dijo él, satisfecho—. Nos va genial a todos.

El momento…La Reunión Secreta que Cambió Todo

Cuando se fue, Meme bajó al comedor para preparar la mesa, mientras yo me quedé en la cocina haciendo tiempo. Revisaba correos en mi ordenador, tratando de distraerme, pero no podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo bajo este techo. Entonces, otro golpe en la puerta. Esta vez no era Joan Miquel.

—Pasa —dije, sin levantar la mirada del portátil.

Cuando lo hice, lo vi. Él. De pie en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos y una expresión relajada. Sonrió levemente antes de hablar.

—¿Dónde puedo coger una cerveza?

—Si quieres, te la subo yo —le ofrecí.

—Bien… ¿te importa si me siento aquí contigo?

—Claro, siéntate donde quieras —respondí, intentando no parecer demasiado nervioso.

Bajé a la despensa a por una cerveza, y al volver, ya estaba sentado frente a la mesa, observando la cocina con curiosidad. Le pasé la botella, y tras un trago, me miró con una sonrisa.

—Dime, ¿qué hace un tipo como tú en un sitio como este?

No pude evitar reírme, aunque por dentro sentía que mi corazón iba a salirse del pecho.

—Pues igual que en la canción, ¿no?

Nos reímos los dos, y el ambiente se relajó un poco. Pero su mirada cambió, tornándose más seria, más inquisitiva.

—No, en serio. Has dado muchas vueltas antes de acabar aquí, ¿verdad?

Mi mente iba a mil. Sabía de mí. Se había informado. No era una simple pregunta casual. Tragué saliva antes de responder.

—Bueno, daba clases en Salamanca, me lié con una alumna, nos fuimos a Niza y después terminamos aquí… resumiendo, claro.

—¡Joder! Lo has simplificado bastante, ¿no? —dijo con una risa corta—. ¿Y estás contento aquí?

—Mucho. Si miro hacia atrás, después de todos los sitios donde he estado, creo que esto es lo mejor que me ha pasado.

—Eso es lo importante, al final. —Se quedó pensativo un momento, tomando otro trago de su cerveza.

Pregunta incomoda… peor necesria. La Reunión Secreta que Cambió Todo

Se hizo un silencio, y decidí aprovechar para preguntarle algo que llevaba dentro desde que lo vi llegar.

—¿Y tú? ¿Cómo lo llevas? Porque, sinceramente, no parece nada fácil.

Suspiró, apoyando la cerveza en la mesa, y por un momento, su expresión se oscureció.

—No lo es. Ha habido muchos momentos en los que pensé que no íbamos a poder seguir adelante. A veces, no teníamos las herramientas para hacerlo bien. Y sí, sé que algunos dicen que me eché atrás. Quizás lo hice, pero había demasiado en juego.

—Bueno —dije, intentando elegir mis palabras con cuidado—, creo que tienes todo mi respeto solo por haberlo intentado. La mayoría solo hablan, pero tú… tú lo hiciste.

—Gracias. Pero detrás de mí hay mucha gente trabajando. Esto no es solo cosa mía.

—¿Crees que algún día…? —dejé la pregunta en el aire, sin atreverme a terminarla.

—Estamos en ello. No desfallecemos. Siempre adelante.

Allibera’m. La Reunión Secreta que Cambió Todo

En ese momento, la puerta se abrió y apareció Joan Miquel, con una copa de vino en la mano.

—¿Qué hacéis aquí, conspirando? —preguntó, riéndose mientras se acercaba.

—Nada, hablando de la vida. ¿Te unes? —respondí.

—Por supuesto, pero con un vinito.

Bajé al celler y busqué algo especial, algo que sabía que les gustaría. Subí con una botella de Allibera’m del Montsant, y al mostrársela, ambos parecieron impresionados.

—¿Y qué tal es? —preguntaron.

—Probadlo y me decís.

Abrí la botella, serví tres copas, y Joan Miquel alzó la suya.

—Salut.

Yo, sin pensarlo, añadí:

—Y república.

Nos reímos los tres, pero el ambiente seguía cargado de una intensidad que no podía ignorar. Algo grande estaba en marcha, algo que aún no alcanzaba a entender. Mientras ellos hablaban, una pregunta rondaba mi mente: ¿Qué papel tendría esta noche en la historia?

(Mañana se escribirá el capítulo final.)

Desde Mas Torrencito os deseamos un FELIZ FINDE!! y que vuestros perr@s os acompañe!!!!

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